LA ACCIÓN
INSPIRADA
Meseta
De Mamo, la Guaira, noche del dos de Abril de 1982, frente al Mar Caribe.
Como
recordarán no teníamos internet, tampoco teléfonos celulares, estábamos
internos, de manera que teníamos todas las condiciones que cualquier milenial
dijera, que estábamos desinformados, pero cuando hay ganas de aprender, cuando
la inspiración se junta con la vocación, es una fuerza indetenible.
Mi
amiga muy querida estudiaba en el núcleo de ingeniería naval del Instituto
Universitario Politécnico de las Fuerzas Armadas que quedaba en los laboratorios
pesados de la Escuela Naval y por intermedio de ella, recibíamos de manera
clandestina, sospechosa, delincuencial, la prensa americana, británica y la
nacional. La revista Times era la que más me gustaba y nos enteramos que existían
unas frías piedras al Este de Argentina llamadas por ellos Malvinas y por los Ingleses
Falkland y estos últimos las ocupaban.
El
General Leopoldo Galtieri, dictador del momento, perdiendo popularidad, intentó
con éxito explotar a las masas y declaró la guerra a Gran Bretaña un día como
hoy, dos de Abril y seguramente pensó, sin conocer a los ingleses, que darían por
terminada la contienda de las piedras sin importancia y hasta allí, caso
cerrado, pero no, para ventaja mía, para aprendizaje profesional
inconmensurable, la guerra vino al continente y viví cada momento, cada
despegue de los viejos A-4 y Mirage argentinos, cada aproximación a la temible
flota, cada reabastecimiento aéreo y llegó la fatídica noticia del hundimiento
del Crucero General Belgrano y pensé mucho en Héctor Bonzo, su Capitán, porque
hasta allá llegaba nuestra curiosidad como marinos en formación que éramos.
Las
guerras son como un divorcio, no hay ganadores, solo perdedores dolidos,
traumados que bien saben que hay una vida después del conflicto, pero mientras
tanto, ¡cuánto cuesta!
Hoy
estudiaba los partes oficiales de los muertos, heridos, suicidios, aviones y
barcos destruidos. Hoy veía los fríos números, tan fríos como las Malvinas,
donde se presentó aquel absurdo fenómeno fisiológico del “pie de trinchera”,
hoy pienso en los marineros que si no murieron ahogados, explotados por bombas
y misiles, morían por hipotermia, hoy pienso en el absurdo de la acción inspirada
que les llevó a perder la vida por la patria que a veces no les reconoce y que
hace negocios con el motivo de su muerte.
Para
nosotros, el pequeño y secreto grupo del tercer año de la Escuela Naval de
Venezuela en 1982, que en nuestra mente nos imaginábamos a bordo, recibiendo
las descargas, o atacando, a ese grupo que ahora somos unos viejos curtidos por
la sal de la mar y que nunca tuvimos la oportunidad de combatir, si, a ellos
les bendigo por la suerte que tuvimos, pero por otro lado también lo hago por
la capacidad que tuvimos de soñar juntos a los veinte años.
Excelente y sencillo homenaje.
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