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Sunday, July 29, 2018

UN MÍSIL A QUEMARROPA


UN MÍSIL A QUEMARROPA

            Son historias hechiceras estas que me ha traído Roberto desde la Argentina. Me cautivan y me siento a bordo con la adrenalina propia de quien va a perder la vida en acción.

            Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de literatura del 2010, asegura que para que una historia sea hechicera, nada tiene que ver con la historia sino con el modo, el estilo, y la forma de contarla y es eso lo que sucede con los libros que el Padre Roberto, uno de mis confesores (porque tengo varios, ¡así estaré de pecados!) y amigo, con quien tengo una tertulia intelectual semanal, me hizo conocer al Capitán de Navío Héctor Bonzo, último Comandante del Crucero General Belgrano y autor de “1093 tripulantes”. O la “Epopeya del aviso Sobral”  cuyo autor es Jorge Muñoz y del cual trataré de hablarles, porque lo leí el mismo día de recibirlo. “Malvinas, la odisea del Submarino Santa Fe” de Jorge Bóveda.  “Ataquen Río Grande, Operación  Mikado”, también de Jorge Muñoz y uno espléndido titulado “Desde el Frente” del Contraalmirante Carlo Robacio.

            Que dicha poder leerlos, que dicha tener al Padre Roberto entre mis amigos, que dicha que existan escritores protagonistas y ahora voy con este mísil a quemarropa: las textos prenombrados poseen entre si características que me hacen pensar; una de ellas es que todos fueron escritos por oficiales de la Marina de Guerra Argentina, otra que todos fueron veteranos de aquel combate que seguí minuto a minuto en el año de 1982 cuando estudiaba el tercer año de mi carrera naval y que procuró algo que nunca más vi y que en aquellos momentos me honró sobremanera: me ordenaron que le diera al cuarto año de la Escuela Naval una actualización del desarrollo de los combates. Ustedes podrán pensar que esto no tiene importancia, pero todo aquel que vivió su época de cadete sabrá sobradamente que no es usual, lo que ocurre, es que mi novia del momento que estudiaba en el núcleo de Ingeniería Naval, me traía la prensa internacional, la revista Times y todo lo que se publicara al respecto en una época donde no habían teléfonos celulares, ni el internet era de uso normal.

            Estando en la Armada de Venezuela y en servicio activo, propuse tímidamente crear el Instituto Naval venezolano, al mejor estilo del Norteamericano que es una referencia para cualquier profesional del mar que se precie, hacer publicaciones como las que he recibido del Instituto de publicaciones navales de Argentina y crear una verdadera conciencia, doctrina y orgullo intelectual por las artes, historias y tecnología naval. No obstante no quiero imaginar en el país de la envidia y donde el éxito ajeno hiede, los ataques y los mísiles a quemarropa que recibiríamos los escritores por decir, proponer y discriminar en las historias las verdaderas causas y consecuencias de las acciones navales.

            Estoy muy contento, tengo nuevos invitados en casa, ¡mis nuevos libros! Y una vez leídos, ellos mismos buscarán a sus otros dueños que le permitan seguir creciendo, porque el conocimiento no debe ser estanco, sino, se convertiría en un misil a quemarropa contra la cultura y la visión de futuro.

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