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Monday, July 16, 2018

COLOREANDO MELODÍAS


COLOREANDO MELODÍAS

            Su hermana consiguió todas sus cosas tiradas en la puerta de su casa abierta. Alarmada la buscó y la consiguió en el lavabo, moribunda.

            El tumor cerebral, quien venía creciendo en silencio, como lo hacen los ladrones, los pillos sin alma, había hecho su entrada triunfal a la vida, para traer la muerte de la peor manera.

            Ella sintió, cuando llegó a la puerta de la casa, que algo o alguien la había tomado del brazo con fuerza demoledora y la halaron hacia adentro, mientras ella rogaba por su vida, porque sus hijas aun la necesitaban. Curioso esto, porque no pensó en nadie más, sino en sus hijas. Más allá de su propia vida eran ellas su prioridad. Ya nada importaba para Lyliana Mungarrieta, ya nada, ni lo bueno ni lo malo, solo sus hijas y el resquicio de vida por el que aun podía rogar. Su vida sufrió una aceleración más allá de la velocidad del sonido, todo pasó por su mente en segundos: años de vivir, años de amar, años de trabajo, todo, con una velocidad por decir lo menos, meteórica.

            La cirugía fue todo un éxito; y con ella, con la extirpación del maligno tumor, también le fue extirpado esa parte lúdica y absurda que todos tenemos pensando que jamás moriremos, coleccionando falsedades, guardando cosas para cuando sea el mejor momento, esperando la circunstancia, el día, el mes o el año apropiados para usar lo que no se llevará, lo que nadie se llevará a la insalvable tumba.

            Los ángeles están por doquier y la visitó ese querido amigo que como ángel no tendrá nombre en estas letras, para decirle que había llegado la hora para que se conectara al fin de cuentas con lo que ella era: una artista, que comenzara a vivir con la intensidad de lo que la conmovía, con la inspiración que la movía, que ¡comenzara de vivir!

            Tenía un proyecto, uno muy bueno, pero que esperaba ese mejor momento absurdo, un disco para ese segmento social un poco descuidado después de la invención del Viagra, me refiero a los niños. Ya se habían grabado dos canciones y después del encuentro con el ángel, después de haber estado en las puertas del infinito, después de haberle sido regalada la gracia de un par de segundos más de vida, tomó el teléfono  y llamó a la muy afamada compositora y cantante Lucía Montanari y a Eduardo Sanoja. Grabaron el disco, que ya se encuentra en el mercado, compitiendo por cierto, en un premio internacional y ya COLOREANDO MELODÍAS, es una realidad, una buena y sentida realidad que modificará por siempre el mercado musical del planeta.

            Coloreando melodías, es producto de la amalgama encantadora de sabernos falibles, es el resultado de entender que no hay un después para los proyectos que nos impulsan, es el sentir más sublime de esa persona que estuvo en el postigo de la muerte y que volvió para que entendamos que son los niños la esperanza y su música la que adorna los sueños.

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