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Tuesday, January 9, 2018

EL BARNIZ DE LA CIVILIZACIÓN


EL BARNIZ DE LA CIVILIZACIÓN

            Esta noche asesinaría a su víctima número veintisiete, aunque dijo vigésimo séptima y seguramente, infiero y sospecho que salivaba de placer y expectativa, de excitación cuasi sexual.

            Con el bate de béisbol en la mano, se dejó correr por la escalera de incendios de la fraternidad Chi Omega, aquí en la Universidad Central Florida y eran las tres de madrugada de ese quince de Enero.

            Sin que la pobre se diera cuenta, fue asesinada a batazos y en vista del éxito siguió al cuarto de al lado y también asesinó con el mismo método a la joven estudiante, pero no pudo con la tercera, dice que una fuerza sobrenatural se lo impidió.

Theodore Robert Cowell era su nombre original, aunque tuvo más de cinco diferentes, bien saben que hacer eso aquí en los Estados Unidos es un simple proceso administrativo, pero el más famoso y popular era el de “Ted Bundy”, por favor no olviden ese nombre porque todo es absolutamente cierto y está documentado con sumo detalle.

Siempre me da mucha risa, cuando mi amiga la doctora, se burla de mí, cuando le insisto, “por favor no tienes por qué creer”, pero la entiendo cuando el barniz de la civilización nos tapa lo obvio, esa capa que no nos permite ver y sentir con la sensatez correcta lo que se encuentra siempre pasando en nuestro universo y cuando digo siempre es porque es permanente y sin recesos.

La abuela la había despedido en la puerta de la casa, cuando se iba a la Universidad. Ella, una abuela devota católica, le había enseñado a rezar el Santo Rosario y la nieta le había prometido con amor, que lo rezaría diariamente, inclusive si se quedaba dormida.

Ted Bundy, nació el 24 de Noviembre de 1946. Era inteligente de acuerdo a los registros universitarios donde estudió chino mandarín y fue asesor y mano derecha de un Senador, activista político y muy movido, seductor, amable, sonriente y ahora entendemos que psicópata. Mis amigos psiquiatras y psicólogos podrán corroborar que he descrito a un individuo con características casi del libro.

Murió en la silla eléctrica también un día 24 pero de Enero de 1989 a la edad de cuarenta y dos años, en la Florida State Prison, pero hasta aquí no llega el cuento, porque su inteligencia la usaba sobradamente no solo para matar a mujeres jóvenes sino para escaparse de la cárcel. ¿Qué les parece si les digo que se las arregló para huir de la prisión el siete de Junio de 1977 y fue atrapado el trece? Y lo volvió a hacer el treinta de Diciembre del mismo año y fue atrapado el quince de Febrero del 78.

El día antes de la ejecución pidió asistencia espiritual y dijo libremente que no pudo matar a la tercera muchacha (a la del rosario) porque una fuerza sobrenatural se lo impidió.

La joven, se había quedado dormida, como se lo prometió a su abuela, con el rosario en la mano.

El barniz de la civilización y la vida citadina, no nos permite mirar lo obvio, pero como siempre digo: “no tienen por qué creer”

 

 

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