EL BARNIZ DE
LA CIVILIZACIÓN
Esta
noche asesinaría a su víctima número veintisiete, aunque dijo vigésimo séptima
y seguramente, infiero y sospecho que salivaba de placer y expectativa, de excitación
cuasi sexual.
Con
el bate de béisbol en la mano, se dejó correr por la escalera de incendios de
la fraternidad Chi Omega, aquí en la Universidad Central Florida y eran las
tres de madrugada de ese quince de Enero.
Sin
que la pobre se diera cuenta, fue asesinada a batazos y en vista del éxito
siguió al cuarto de al lado y también asesinó con el mismo método a la joven
estudiante, pero no pudo con la tercera, dice que una fuerza sobrenatural se lo
impidió.
Theodore
Robert Cowell era su nombre original, aunque tuvo más de cinco diferentes, bien
saben que hacer eso aquí en los Estados Unidos es un simple proceso
administrativo, pero el más famoso y popular era el de “Ted Bundy”, por favor
no olviden ese nombre porque todo es absolutamente cierto y está documentado
con sumo detalle.
Siempre me
da mucha risa, cuando mi amiga la doctora, se burla de mí, cuando le insisto, “por
favor no tienes por qué creer”, pero la entiendo cuando el barniz de la civilización
nos tapa lo obvio, esa capa que no nos permite ver y sentir con la sensatez
correcta lo que se encuentra siempre pasando en nuestro universo y cuando digo
siempre es porque es permanente y sin recesos.
La abuela
la había despedido en la puerta de la casa, cuando se iba a la Universidad.
Ella, una abuela devota católica, le había enseñado a rezar el Santo Rosario y
la nieta le había prometido con amor, que lo rezaría diariamente, inclusive si se
quedaba dormida.
Ted Bundy,
nació el 24 de Noviembre de 1946. Era inteligente de acuerdo a los registros
universitarios donde estudió chino mandarín y fue asesor y mano derecha de un
Senador, activista político y muy movido, seductor, amable, sonriente y ahora
entendemos que psicópata. Mis amigos psiquiatras y psicólogos podrán corroborar
que he descrito a un individuo con características casi del libro.
Murió en la
silla eléctrica también un día 24 pero de Enero de 1989 a la edad de cuarenta y
dos años, en la Florida State Prison, pero hasta aquí no llega el cuento,
porque su inteligencia la usaba sobradamente no solo para matar a mujeres jóvenes
sino para escaparse de la cárcel. ¿Qué les parece si les digo que se las
arregló para huir de la prisión el siete de Junio de 1977 y fue atrapado el
trece? Y lo volvió a hacer el treinta de Diciembre del mismo año y fue atrapado
el quince de Febrero del 78.
El día
antes de la ejecución pidió asistencia espiritual y dijo libremente que no pudo
matar a la tercera muchacha (a la del rosario) porque una fuerza sobrenatural
se lo impidió.
La joven,
se había quedado dormida, como se lo prometió a su abuela, con el rosario en la
mano.
El barniz
de la civilización y la vida citadina, no nos permite mirar lo obvio, pero como
siempre digo: “no tienen por qué creer”
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