LA HORA VIOLETA

LA HORA VIOLETA

            Siempre la misma pregunta, propia para un astrólogo, tal vez un prestidigitador, un iluminado.

            ¿Qué va a pasar en Venezuela? Y desean todo un profundo análisis, con imbricaciones de escenarios posibles, pros y contras y todo en cinco minutos.

            Al amanecer frente a la playa de Naples, todavía con el ábside estrellado, en plena oscuridad, esperé la hora violeta, ese paso extraño, indeterminado, entre la oscuridad de la noche y la salida del sol.

            Ahora mismo podríamos argüir que nos encontramos frente a frente con la puerta hacia el infierno, si nos enfrentamos a la cruda realidad, porque nada cambiará prontamente o por lo menos con la prisa que se requiere, todo tendrá su tiempo, todo tardará más de lo que deseamos, ¡incluyendo la salida del sol!

            El daño y la inoperancia, la inactividad y la incapacidad han sido tan profundas que no podremos construir inmediatamente, de manera que recordaremos el año 2015 como uno lleno de prosperidad.

            Nos encontramos ahora mismo en la hora violeta. Ha sido un gran paso lo de la Asamblea Nacional, pero no reportará los dividendos hasta concretarse algunas cosas que no podremos obligar, como lo es la salida del sol, tendremos el tiempo y ellos, los delincuentes que se crecen en las tinieblas tratarán de que no amanezca, pero eso también obedecerá a los tiempos correctos.

            Se impone el uso apropiado de la inteligencia y sobre todo mucha prudencia, porque les recuerdo que también cuando el sol se oculta todo es de color malva.

            Al entender la lógica delincuencial del oponente, al entender que no creen en reglas ni leyes y al suponer ellos que deberán indefectiblemente regirse pronto por el imperio del orden, actuarán con la desesperación del asaltante de banco rodeado por la policía. Negociemos su salida, la entrega del dinero y garanticemos la vida y sus derechos, antes de llevarlos a los tribunales sancionatorios.

            No podemos parecernos a ellos, no podemos permitir más abusos medievales, no permitir la vagancia, el arrojo violatorio, la arbitrariedad, por el solo hecho de que ellos merecen la medicina con la cual han envenenado a tres generaciones, no, corrijamos, castiguemos de acuerdo a la ley y de acuerdo a las culpas una vez probadas,  ¿porque saben qué? Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Yo no tuve esa oportunidad, yo fui acusado sin pruebas, Leopoldo López, también, los policías de Puente LLaguno o Yaguno (igual, ninguna de las dos palabras aparece en el diccionario de la R.A.E.), Antonio Ledezma y podríamos seguir hasta completar los setenta y cuatro presos o más bien víctimas del régimen de la oscuridad.

            La invitación es a la prudencia que los griegos aseguraban que era la sapiencia suprema, porque como hay hora violeta al amanecer, también la hay al ocaso.