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Thursday, January 28, 2016

EL CONEJO Y EL ALMIRANTE


EL CONEJO Y EL ALMIRANTE

            Lo conocí cuando ambos teníamos los pies bien puestos sobre las cubiertas de los buques de guerra, en aquella Armada de hombres probos, disciplinados y disciplinarios, maestros del riesgo y la aventura de pertenecer a un selecto y a la vez exclusivo grupo de hombres reconocidos por la sociedad venezolana entera. ¡Alguna vez operamos juntos!

            A la trágica muerte de Teófilo Cazorla Rodríguez, un hombre que tenía que morir como vivió, un individuo de baja laya, traficante de la decencia, quien estuvo preso en la cárcel de San Antonio en la Isla de Margarita por tráfico de armas y drogas, robo y demás triquiñuelas y quien basado en el miedo y el abuso fungió como jefe supremo de los destinos de los reos y me temo que también de sus custodios;  y a quien el sistema penitenciario le premió en esta sociedad al revés, permitiéndole vivir en una suerte de resort lleno de sexo, drogas y armas, los presos en esa absurda permisología de pasearle cerca de la cárcel que le vio crecer, se subieron a los techos y demostraron para asombro de todos, el inmenso poder de fuego que dejaría pálido a los terroristas del Estado Islámico, mientras la Guardia Nacional observaba desde las afueras estupefactos y creo que aterrorizados.

            El actual Almirante Víctor Ortiz Rojas quien regenta uno de esos cargos de nombre suntuoso inventado en la revolución, ha dicho lo que todos deseamos: “Los líderes falsos no son para seguirlos; una figura que ha hecho actividades delictivas. Los que tengan la responsabilidad tienen que tomar medidas. Eso no es normal”, expresó

            ¡Claro que no es normal!

            Al menos Víctor ha levantado la voz y yo le aplaudo desde estas playas, porque en el  país imaginario de la Ministra para asuntos penitenciarios Iris Varela, una suerte de desaseada víctima de satanás, nada pasa, asegura que lo que vimos no lo hemos visto, que el tal Conejo (Teófilo Cazorla) era bueno y además su amigo y hasta llegó a tomarse fotografías en el apartamento privado que tenía en la prisión el mamífero logomorfo, abrazadita y sonriente.

            A Víctor lo conocí a bordo hace más anos de los que recuerdo, cuando él era un muchacho y entiendo que debe ser sumamente difícil ser un Almirante en esta época estúpida, pero esa palabra de origen árabe que traduce al castellano “Príncipe de las aguas” debe ser honrada como título nobiliario. Saludo la valentía de entender que esto “no es normal” y que no podemos permitir que los delincuentes gobiernen nuestras vidas y cuando hablo de delincuentes incluyo a Iris Varela y también a los Almirantes que prefieren callar antes que arriesgar lo poco que les queda de reputación.

            Ciertamente Víctor, ¡esto no es normal!

           

1 comment:

  1. Excelente reflexión. Me alegra la posición de Víctor, la paradoja es que lo vemos en la foto portando con orgullo el brazalete tricolor, que lo identifica como chavista y revolucionario y eso "no es normal"...

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