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Friday, April 26, 2024

EL CAPITÁN RAMÓN PATALANTE

 

EL CAPITÁN RAMÓN PATALANTE

            Era muy ordinario  y desaseado. Caminaba con una cojera inevitable y se llamaba Ramón, seguido de un apellido español, me temo que andaluz y se hizo pirata.


   En esa vieja iglesia anglicana en Nassau fundada en 1680, a dos cuadras de la orilla de la mar, frente al muelle de aguas profundas donde está la punta de piedras y a unas setecientas yardas en diagonal de Fort Charlotte, donde pasaron las mil cosas en aquel año de 1715, Ramón Patalante era una suerte de cabo a bordo de un buque de origen francés robado por el Capitán Charles Vane y su tripulación de piratas.

            Allí estuve y pregunté a un viejo que fumaba en la acera de piedras original y que tenía igual pinta de pirata desasistido, sobre si conoció al Capitán Patalante. Con un sombrero de ala ancha tal vez como el de Pedro Navaja, no levantó la vista y me contestó: -¿y quien no conoce las historias del Capitán? tú debes de ser turista, -me dijo con un dejo de desprecio.

            -Esta isla es lo que es no por los franceses, ni por los ingleses, sino por nosotros los piratas del caribe. El mayor de los mercados internacionales en el siglo XVIII se llevó a cabo no en Madrid ni Londres, se llevó a cabo aquí en estas aguas vigiladas por el Fort Charlotte y allí, -levantó por primera vez la vista- en esa bahía fondeaban nuestros galeones para descargar sus mercancías y sus heridos.

          Patalante era un borracho, pero era nuestro Capitán. Cojo de la izquierda lo que le obligaba a llevar la pierna derecha hacia adelante y de allí su nombre que se hizo temible aquí, en Jamaica, en New Orleans, en las Carolinas y hasta la Florida, porque el muy hijo de su madre, conocía bien los bajos de los cayos floridanos, era un marinero que entendía la mar. Nadie podía perseguirlo sin vararse, era hábil maniobrando el muy bandido e imponía carácter a su tripulación.

         -¿Y usted sirvió a bordo con Patalante?-, le pregunté emocionado.

            El marinero viejo, botó el cacho del tabaco que fumaba y me vio con un dejo de odio: -¿será que tú no sabes contar? ¿cuál es la parte del siglo XVIII que no entendiste? mi bisabuelo fue su contramaestre y hasta su muerte hablaba de él.

           Morgan, Barba Negra, Barba Roja y todos los más malos tenían buena prensa, pero Patalante los lideraba con el silencio de los que saben y su prestigio de valentía, más los muertos que tenía encima, en combate real, en cubiertas de buques, precedían su leyenda.

           -¿Quién es usted? -me preguntó por primera vez.

          -¿Yo? -repregunté sorprendido, -yo soy una persona que escuchó del Capitán Ramón Patalante en un sitio llamado Puerto Cabello en Venezuela.

            -Le sugiero que no pregunte más, porque aún sus enemigos le buscan en el más allá para vengarse. Por los momentos sepulte las aventuras de este temerario que puso en caos las aguas tranquilas y turquesas de esta tierra de piratas.

            Solo me resta amigo lector, agregar a esta historia, un pensamiento de Walt Disney: “Hay más tesoros en los libros que en todo el botín de los piratas".

 

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