UNA NOCHE EN LA HABANA
Sí,
una Habana del primer mundo. Pagué los $15 del exclusivo estacionamiento, con
una aplicación, por medio de un código QR. Caminamos hacia el teatro y la policía
en cada esquina, paraba el tráfico del Down Town para que pasáramos. A la llegada,
desenfundamos nuestro teléfono celular y un caballero de nombre Mel, con una
pistola especial, escaneó también los códigos QR de nuestras entradas compradas
online con anterioridad y a nuestra
derecha estaba la barra Bacardí, pedí una cerveza y un prosecco, para empezar.
Corríamos
el riesgo de que los bailarines nos salpicaran de sudor, estábamos en la fila
cinco, muy cerca del stage, estábamos encantados. Allí, como aparecemos en la
foto, le pregunté a una señora que nos había llevado a nuestro sitio, si podíamos
beber y con una sonrisa me contestó que ella no entendía porqué aún no lo estaba
haciendo y salí raudo a buscar un par de escoceses, pedí dos dobles con mucho
hielo y todo se oscureció. En las sombras podíamos ver un movimiento humano y
en la gran pantalla apareció: ‘’Una noche en La Habana, Buena Vista All
Stars, Featuring by Ibrahim Ferrer Jr.’’
Apareció
el legendario Ibrahim y detrás, una veintena de músicos y comenzó con maldad a
manosearnos los recuerdos, los boleros más memorables, usó todos sus recursos y
podíamos ver a nuestros vecinos lloriqueando. Debo agregar que pudimos ver
mucho público norteamericano de solo habla inglesa.
Nos
deleitó con ‘’Dos gardenias’’, ‘’Chan Chan’’, ‘’Veinte años’’, ‘’Quizás’’ y
otras del repertorio pretérito.
De
repente, todo se hizo silencio, oscuridad y otro extraño movimiento se
observaba en las penumbras.
Ibrahim
Ferrer, padre, cumpliría hoy 6 de agosto, dieciocho años de fallecido y de
repente, confieso contra mi voluntad, que hasta a mi se me aguaron los ojos,
cuando apareció el holograma del famoso cantante cubano. En plena canción, su
hijo apareció en escena para contarnos que había quedado una cuenta pendiente,
cantar junto a su padre y allí lo hicieron, qué privilegio el nuestro. Yo
estaba realmente impresionado y no era el único, impresionado y llorando, éramos
todos los presentes, pero a lo que vamos, que fue una noche alegre como pocas.
Buena Vista
All Stars, se dejó acompañar de músicos jóvenes especialmente invitados. Un pianista
genial de origen colombiano, una cantante mejicana de timbre celestial y una
joven cubana angelical y bolerista, pero luego llegó una cubana madura que hizo
temblar el inmenso y lujoso recinto. Antes, había ido por más whisky.
Los efluvios son excepcionales. Cuando cantaron ‘’El cuarto de Tula’’, algo me levantó de mi asiento, es esa chusmería que llevamos por dentro escondida y que solo sale con Etiqueta Negra. Tomé la mano de Doris y comencé a bailar, sí, allí mismo en el teatro, en un pequeño espacio a la izquierda frente a nuestros asientos, pero resulta que todos querían hacer lo mismo y lo hicieron y de repente nos encontrábamos frente a un motín de locura donde los músicos eran los primeros locos y gritaba Ibrahim: ‘’¡¡Nadie se sientaaa!!’’.
Sí,
fue una gran noche en La Habana.
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