EN REALIDAD, ERA LA VIDA
-¿Tan
solo por dos tiburones?, eres un cobarde, no buceo nunca más contigo porque el
miedo dicen que se contagia.
-Si,
eran dos tiburones y mi criterio me dice que debíamos salir del agua antes de
que pasara algo negativo y ¿sabes qué? Lo sigo pensando, eres un tipo sin
criterio y arriesgas sin medida, me dijo con evidente disgusto y pienso a esta
altura de la vida que tenía toda la razón.
En la
US Navy, hay un eslogan publicitario que dice lo siguiente: ‘’Cada día en el
Navy no es un trabajo, es una aventura’’
Hace
unas pocas horas hubo un naufragio donde hay tres sobrevivientes, una
fallecida y cuatro desaparecidos y comentaba con un querido colega naval que
pasamos la vida rescatando gente que en el cien por ciento de los casos había cometido
imprudencias, impericias o peor aún, ignorancia del arte y oficio de la mar.
Hace
algunos años, escribí en este mismo espacio un post titulado ‘’No hay cruces en
la mar’’ y como aquel compañero mío que me tildó con razón de ser una persona
sin criterio estando bajo el mar en oficio de buceo autónomo. No recuerdo la
fecha de eso, pero si recuerdo que tenía unos veintidós años a lo sumo y éramos
unos atletas, en buena forma física y con una arrogancia mas grande que la de
Superman y es esa una mezcla explosiva para el desastre, para un accidente,
para perder la vida.
Recuerdo
a ocho millas al Norte de Caraballeda, la tarde caía, eran como las cinco y
estaba de oficial de puente en un tránsito pacífico y amable hacia el puerto de La Guaira, veníamos del oriente con rumbo oeste franco. La mar en calma chicha
y observé, estimando un par de millas, algo que llamó mi atención. Modifiqué el
rumbo hacia el objeto, a manera de pasarle lo suficientemente cerca para tomar
la decisión de hundirlo con las armas y evitar que fuera un peligro a la navegación
de otro buque y me conseguí con la sorpresa de que era un yate deportivo,
vertical, tan solo sobresalía del agua un par de metros de su proa y encima
tres hombres que nos gritaban desesperados. Los rescatamos, todos estaban
bebidos, era el padre y dos hijos adultos que después de una farra habían decidido
salir a pasear en el nuevo juguete y se les olvidó cerrar los "espíches" y allí
estaban, hundidos parcialmente, nos agradecieron de rodillas, llorando y
prometiendo nunca más hacerlo y para mi fue otra aventura, porque así fue la
marina en mi vida y me he conseguido una tarjeta escrita por mí, de puño y
letra con un pensamiento del escritor Robert Conrad: "Creí que era una
aventura y en realidad era la vida’’
Conrad
es una persona cuyas obras de mar cambiaron el estilo británico de la
escritura, fue Capitán y famoso escritor de aventuras como Tifón y El corazón de
las tinieblas y para mi esa fue la vida.
juradopublishing@yahoo.com
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