EL LOBO ESTEPARIO

 

EL LOBO ESTEPARIO

            Creo que ha sido una de las obras de mi infancia que me ha marcado. La crítica literaria asume que Herman Hesse no fue bien entendido en este libro editado en 1927.

           Siempre digo que no se porque me dejaron leer a Federico Nietzsche, al mismo Hesse o a Henry Cherriere, pero por otro lado entiendo que estaba siendo monitoreado cuerpo a cuerpo y las obras eran comentadas y yo era orientado solapadamente, buena táctica esa la de mi Padre, pero a lo que vamos, porque un día entré a la Escuela Naval, un día de 1979, donde conocí al verdadero lobo estepario. Como saben estaba prohibido vestir de civil y manejar un automóvil era suficiente delito para ser botado de la Escuela.

            Del equipo de natación y con un par de metros de altura, atlético y con cara de inocente, se presume que fumaba mientras nadaba. Era, o tal vez lo siga siendo, un atleta olímpico y sus salidas en la piscina olímpica, podían confundirse con el vuelo de Superman.

            La amistad fue de inmediato y por siempre, nos graduamos y operamos juntos desde nuestras plataformas navales, porque él se embarcaba con su impecable helicóptero antisubmarino en mi buque y para mi como oficial de operaciones, era una garantía que ‘’El lobo’’ estuviese al mando de nuestro brazo, más allá del horizonte, porque era un excelente piloto, arriesgado pero con prudencia, equilibrado y con una inteligencia superior que lo mismo puede hablar en inglés, que en portugués, no dice jamás ni una grosería en su español natal y capacitado para sostener una conversación en ruso.

            Simpático como todos los inteligentes, logró ser el novio de Doris Beatriz durante una inundación del río Guaire en Caracas y como siempre, el lobo estepario, improvisó y a su esposa no le quedó duda alguna que ese era el tipo correcto.

            En mi cumpleaños cincuenta y tanto, vino a Miami y lo celebramos juntos durante un aciago momento de la vida donde mi amigo ‘’el lobo’’ ayudó a mantener los equilibrios, porque siempre hemos sido amigos, jamás ni una repulsa, ni un reclamo, ni un disgusto, jamás de lo jamases, porque es imposible hacerlo.

            Cada quince días me sorprende con un nieto nuevo, es casi un pelotón regular y ya no sabemos si brindamos por otro nieto o por ser hoy, 12 de septiembre, el día de su cumpleaños, pero igual, eso no importa, porque nuestra amistad data de un buen tiempo y llena de recuerdos amables.

            Gustavo Adolfo Pérez Méndez, mi colega y amigo, hoy esta de cumpleaños, si, sus primeros sesenta y dos años y yo celebro y aplaudo de pie su prolífica vida y nuestra amistad y ya saldrán los celosos, los otros, a reclamar su escrito, pero esto no es algo mecánico, sino que sale de la inspiración y el cariño de vieja data.

                Feliz cumpleaños, Lobo.

juradopublishing@yahoo.com