EL SECRETO
DE LAS MARIPOSAS
Elegante
y glamorosa, admirada y además apreciada en los círculos sociales más
exclusivos de esa ciudad, siempre rodeada del arte, la inteligencia, el
pensamiento y afable asistente a la gastronomía más exclusiva, salió esa tarde
de su oficina y caminaba por las calles modernas de colores pasteles, cuando el
diablillo le susurró al oído: entra, no pierdas esa oportunidad de ser
irreverente por primera vez en tu vida, ya no hagas más caso ni intentes ser la
perfecta ama de casa, la perfecta madre, la perfecta hembra, la modelo a seguir
por tus absurdas e hipócritas amigas, no lo pienses más, ¡entra!
Hay
una novela con ese nombre, corrijo hay dos libros con ese título, porque para
quienes no lo saben, no existen derecho de autor en los títulos, de manera que
yo podría escribir alguna novela titulada “El quijote de la mancha” o “Los
infortunios de la virtud” o más de acá, “La pasión turca” de mi admirado
Antonio Gala, pero uno de ellos- de los autores en particular, cuyas obras
están escritas en ingles pone como subtítulo “la reencarnación” el otro, los
secretos del amor. Grandes y sugestivos dignos de crear polémicas pírricas y
levantar altas y bajas pasiones aunque me temo que las pasiones en su mayoría son
bajas, en referencia abierta al sexo.
Sí,
ella iba vestida de elegante negro, porque estábamos en invierno, ella sabía de
su maltrecho matrimonio, que había resistido hasta romperse, las calamidades
del hastío y del tiempo, de la rutina y del degaste y entró para tatuarse en
alguna parte de la baja espalda las mariposas y fueron tres, pequeñas y
coloridas, hermosas diría yo y guardó el secreto por siempre.
La
autora Rosemary Ness Bitner, cuya portada expongo, escribió bien, porque las
mariposas poseen un secreto que a veces comparten con los humanos sensibles
como ella, como la modelo ahora madura y por madura más bella.
Tres
mariposas que ejemplificaban en su secreto cuerpo, en su inmaculada figura las
vidas de sus dos hijos y de su amante.
Todos
tenemos secretos, yo tengo una veintena que guardo y mastico, que a veces
digiero y en otras me atraganto, pero son míos, solo míos, como las mariposas
en la baja espalda de la esbelta dama de negro.
Los
amores clandestinos, llegué a leer en Schopenhauer, no tienen ningún sentido,
porque pierden la esencia de hacerlos socialmente divinos y poder disfrutarlos
sin empaches, sin persecuciones ni miedo. La transparencia en la vida y la
sabrosura de ella cuando se mixturan con pequeños secretos adquieren un cariz
sublime que solo la dueña de las mariposas puede conocer y disfrutar.
En
mi vida no quiero mentiras, ni cosas oscuras, pero una pequeña confidencia al oído,
siempre es excitante.
Me
encantan los secretos de las mariposas, que vuelan en silencio hasta posarse en
la baja espalda de alguna bella.
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