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Wednesday, October 3, 2018

EL BUQUE, SU TRIPULACIÓN


EL BUQUE, SU TRIPULACIÓN

Por: Julio Chacón Hernández

           

La fragata, 04 de agosto 1988; ese día recibí el comando de un buque de línea, anhelado por muchos, otorgado con patente de navegación para el combate naval, a pocos. A cortos días asignaron a la unidad el lanzamiento de un mísil; ese mes de septiembre Venezuela impactó un blanco en superficie a la mayor distancia conocida, hazaña batida por Perú pasadas dos décadas. El mayor logro de una tripulación, aquella de la “ALMIRANTE GARCIA”. Un marino con talento y vocación, para mejor, escritor –Joseph Conrad- expresó en su libro “La línea de sombra”: “La atmósfera administrativa es de tal naturaleza que mata todo lo que vive y respira energía humana, y es capaz de apagar la esperanza, como el temor, bajo la supremacía de la tinta y el papel”, de ese ambiente como edecán del presidente de la República, provenía. Sentir la energía de la dotación, las cuadernas y mamparos del navío, me regresaron a lo naval, al mar. Navegar; para explicar la ferocidad entre la naturaleza del océano creado por Dios, en su inmensidad y omnipotencia, y la frágil herramienta creada por el hombre para sortearlo, un barco; lo describió otro genio de la literatura -Víctor Hugo- en su libro “Trabajadores del mar”: “El mar, complicado con viento, es un compuesto de fuerzas. Un buque es un compuesto de máquinas. Las fuerzas son máquinas infinitas, las máquinas son fuerzas limitadas. Entre estos dos organismos, el uno inagotable y el otro inteligente, se empeña este combate que se llama navegación. Una voluntad en un mecanismo sirve de contrapeso a lo infinito. Lo infinito contiene también un mecanismo. Los elementos saben lo que hacen y a dónde van. Ninguna fuerza es ciega. El hombre debe espiar las fuerzas, y procurar descubrir su itinerario. En tanto que se encuentra la ley, la lucha continúa, y en esta lucha la navegación por medio del vapor hay una especie de victoria perpetua que el género humano alcanza incesantemente en todos los puntos del mar. Lo que hay de admirable en la navegación por medio del vapor, es que esta navegación disciplina al buque. Disminuye la obediencia al viento y aumenta la obediencia al hombre”.

            Fácil comprender que ese organismo inteligente en la fragata, y con voluntad, alcanzó niveles de excelencia; el estudio y trabajo de todos, nos permitió pasar de “bongo misilístico” a unidad para el combate. El ideal de un oficial naval es servir en la flota, su aspiración, comandar un buque de guerra. Quienes alcanzan ese privilegio culminan la carrera naval dejando estela y escuela de su dedicación profesional, constancia de marino de guerra. Joseph Conrad lo resumió con estas palabras, tituló: “El prestigio, privilegio y peso del comando”, también señalado en su libro “Tifón”: “El capitán Mac Whirr no podía esperar de nadie en el mundo un alivio semejante. Tal es la soledad del comando”. Bernardo, compartió mi sempiterno enfoque –valor por valor-, comandante-navegador de entonces –no amigos-, amigos ahora viejos, yo mucho más que él; unidos solamente por ese abstracto y único sostén del verdadero afecto; puro y simple respeto, mutua admiración profesional. Para él, para la tripulación de la “ALMIRANTE GARCÍA” mi agradecimiento –nuevamente en palabras de Joseph Conrad, prefacio de su libro “El Espejo del Mar”- : “… Es el mejor homenaje que mi piedad puede rendir a los configuradores de mi carácter, de mis convicciones, y en cierto sentido de mi destino: al mar imperecedero, a los barcos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyo tiempo ya ha pasado”.

1 comment:

  1. Hermodos reconocimientos mutuos de dos grsndes comandantes de la mar océano. Julio Chacón y Bernardo Jurado, epítomes de lo mejor de nuestra armada y profesion naval. Cspitanes de la fe y maestros del alma. Dios los guarde en vida y salud muchos años y puedan disfrutar de su amistad.

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