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Tuesday, September 16, 2014

Y DONDE ESTA BORGES?

Recibí una llamada de la librería, donde me informaban que había un cheque para mí por la venta de mis libros a manera de buscarlo o me lo enviarían por correo y decidí ir, más por el placer de oler los libros y al llegar estaba Eduardo con su afable sonrisa, sus lentes guindados al cuello y el bolsillo izquierdo de su camisa, lleno de bolígrafos y facturas. Lo que yo llamaría una auténtica vestidura de librero. Mientras se hacían las cuentas me informó que Jaime Bayly acababa de salir y me hubiese encantado encontrarlo en ese ecosistema común, pero tenía una deuda conmigo mismo y pregunté dónde estaba la estantería de las obras de Jorge Luis Borges. Eduardo soltó todo lo que estaba haciendo y me llevó al ala derecha, para informarme que aquellas dos últimas filas eran exclusivas para mi admirado escritor y mientras caminaba hacia allá pensé en su tumba en Ginebra, muy humilde como él, flanqueada de un caminito que parece una arenisca muy fina y una lápida en piedra gris cuya inscripción no recuerdo. Dije que tengo una deuda, porque aún no he leído todo lo que escribió, pero me impresionó la cantidad de su prolífica obra y allí tenía una tarea, ¡una bella tarea! La literatura como él lo dijera “es un sueño guiado” y eso me acaba de pasar, cuando aún siento nostalgia por haber terminado de leer “El último Catón” de Matilde Asensi. Casi seiscientas páginas de sueños y aprendizaje amable y divertido y fue anoche o mejor dicho esta mañana, cuando cerré la última de sus páginas para seguir sonando en esos misterios adonde me llevan las letras. Lamenté haberlo terminado y también la hora en que lo hice, porque hoy había trabajo y llegué a la conclusión que valía la pena el trasnocho y el vivir sonando con los ojos abiertos detrás de mis anteojos de hombre mayor y de lector empedernido. Borges tenía buen humor, un humor de sarcasmo y sin lisonjas, un humor inteligente y sutil, ofensivo a veces contra los tontos que siempre abundan, pero lleno de sabiduría y aplomo y es que él-Borges- también fue un gran lector, ¡no podía ser de otra manera! Cuando termino un buen libro entro en pánico porque viene la muy engorrosa tarea de discriminar el siguiente, haciendo uso de las reputaciones de los escritores que todos sabemos no siempre nos complacen, pero no existe otra manera de saber de la calidad de una obra hasta la última página y eso maltrata el ánimo a veces y otras, como ahora, de manera frecuente. Creo que Jorge Luis Borges, fue divertido como los inteligentes y a partir de ahora en cada librería donde vaya, siempre preguntaré, para saldar mi deuda, ¿Y dónde están las obras de Borges?

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