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Sunday, October 16, 2011

EL INEXORABLE TIEMPO

EL INEXORABLE TIEMPO

Mi novia es una mujer muy fina, hija de unos millonarios hacendados cubanos, dueños de unos ingenios azucareros y que conformaban esa suerte de aristocracia de la Isla Caribeña antes de la llegada de Fidel Castro y los demás castradores.
Yo recuerdo haberla conocido en aquel almuerzo, donde para mala suerte de ella, me permitieron hablar al público y el enganche fue de inmediato. Se movía como una gata para lograr mi atención, sin comprender que ya la tenía, creo que poseía un coqueteo genético!
No la vi mas, hasta el open house de mi libro en el restaurant de Coral Gables, aquel dieciocho de Diciembre del 2008, donde tuvimos lleno total y ella tuvo mi atención particular. Después de mi casa editorial, volví a hablar y al pararme en el pódium, su mirada de cruzó, el sentimiento mintió y simulé que no me perturbaba su presencia allí. Ese día obtuve su número de teléfono y a partir de ese evento nuestras conversaciones fueron constantes, hasta que me invitó a su casa y allí me regaló ese crucifijo de bronce, que todavía conservo a la entrada de la mía y que fue bendito por el sacerdote de la Ermita de la Caridad del Cobre.
Regularizamos nuestro amor, viéndonos en el almuerzo de los viernes, en el restaurant del Big Five Club, porque yo iba solo a verla y a escuchar sus versos, porque no les he dicho que es poetisa, que compone e inventa las dulzuras de mi amor en cuartillas llenas del almizcle de la sabiduría del vivir y del sosiego de la vida católica más estricta y mejor llevada que nunca conocí, después de mi abuela Conchita.
Un día en Octubre del 2009, me invitó junto con mi hijo, so pena de terminar nuestro noviazgo, a almorzar y nunca supe por qué y los para qué, pero lo dejé todo para atenderla y me bastaba su presencia y su conversación y recuerdo aquel mensaje a mi muchacho: “Cuando te sientas solo, cuando quieras sentir nuestro amor, solo debes mirar al cielo, que tu Padre y yo también lo estaremos viendo. El mismo azul, el mismo ábside, que a todos nos arropa, como el milagro de Dios”
Blanca Hill Piedra, mi novia, culta, femenina, inteligente, cariñosa y respetable señora de este exilio común, fue mi amor, aunque nunca nos tocamos, pero siempre nos lo dijimos, en privado y también en público, si, está bien, era un poco mayor para mí, pero ella sabía que eso no es un impedimento, porque el amor no tiene edad, ni los ángeles tienen sexo.
El tiempo pasó inexorablemente, su salud mermó y ayer Luis, el regente de los almuerzos de los viernes, me llamó, para darme la mala noticia.
Solo veo hacia el cielo, ese que nos arropa a todos, ese ábside planetario, común, porque seguro ella también lo ve. Ella hubiese querido que fuera en la Cuba de sus amores, pero es que ya no existe! desde hace cincuenta y dos años. Miami se le parece más a lo que allá dejó.
El dolor de su muerte nos hace comprender que ya nada importa y que ambas, La Habana y Miami, se encuentran bajo el mismo azul del cielo y sobre el mismo azul del mar.

1 comment:

  1. Nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio-. Joan Manuel Serrat (Sinceramente tuyo - 1986)

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