EL RETO DE LA LIBERTAD
Hablaba
por teléfono con uno de mis socios cuando comenzó a entrar repetidamente una
llamada de un numero de Venezuela 0414, al terminar por supuesto por cortesía devolví
la llamada y me consigo con una voz de un hombre que me saludó por mi nombre,
de manera que podía esperar que me conociera. Era una llamada de cobro por
deber algo así como 300.000 bolívares en una tarjeta de crédito, lo que
equivale, para aquellos que no son venezolanos, estimo que a unos 75 centavos
de dólar.
Sigo
creyendo que ese no podía ser el motivo de la llamada, porque yo no tengo
tarjetas de crédito en Venezuela. Simplemente le informé que no pagaría esa
deuda, no por pequeña, no por no tener el dinero, sino por ser un prófugo de la
justicia venezolana y si además no tenía el servicio de esa tarjeta de crédito desde
el año 2007 cuando llegué a estas tierras, pues podía meterse la deuda por el
procto y me volví a sentir libre.
Confieso
que me divertí. Lamento que el silencio del abogado delatara mi desfachatez,
pero con frecuencia, esta, la desfachatez, nos hace libres, porque la libertad,
el reto de la libertad es simplemente la vigilancia perpetua, eterna, que digo
eterna, sempiterna.
Aquel
escritor amigo, socio de la editorial, que por inseguridades manda su elaborado
borrador a unos mirones que no le aprobaron como es de suponer, luego de leer a
Víctor Hugo. No le aprobaron luego de revivir al miserable que despertó su envidia
hacia el escritor, quien no vigiló su libertad.
Para
hacer el bien no se requiere pedir permisos. Para ser libres tampoco, solo se
debe vigilar muy bien el concepto hecho realidad.
Podemos
estar presos como Mandela, quien siempre fue libre o estar en libertad como
Maduro, quien siempre ha sido un preso. Si, es este un concepto
interesantemente complejo y depende del iris, de la pupila con la que se vea.
Infiero
que solo los presos, solo los no libertos requieren de una vigilancia internacional
para determinar que las elecciones sean libres y no son ellos quienes vigilan y
defienden su propia libertad. Yo invito a mi país de origen que vuelva la vista
hacia el norte, hacia los Estados Unidos y se dejen de la pendejería, se dejen
del insomnio patético de la nefasta y dañina palabra que tanta pobreza ha traído
a Latinoamérica, ‘’la soberanía’’
Son
soberanamente pobres, abusados, sustraídos, robados, martirizados e ignorados,
pero gritan que tienen patria, pues se las regalo, porque ni pobre, ni abusado,
ni victimizado ni robado deseo ni permito ser y es allí, donde el mejor, mas próspero,
mas potente, más influyente país del planeta tierra, les da la lección de como
vigilar eternamente los valores patrios, les da la lección de afrontar verdaderamente
y con valentía no negociable, el reto de la libertad.
Allí
les dejo la opinión del San Juan Pablo II: La libertad no consiste en hacer lo
que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos.
juradopublishing@yahoo.com
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