UNA CARICIA DE LEJOS
Si yo
fuera ella, me tendría rabia. Mejor déjenme acomodar la anterior frase que está
como chueca: si yo fuera ella, le tendría rabia a ese, o sea a mi y aun no me
gusta.
Si yo fuera ella, le tendría rabia a ese que me separó de la luz de mis ojos, al orgullo de la familia, a esa hija por la que se da todo y más y ella, la hija, respondió en la vida, en cada episodio con todo y también más.
Cuando
ve las fotos de la hija, sonriente, bien amada, querida, yo sé bien que se le
disipa, porque no se debe ser posesivo en los amores y me temo que el fin último
de los padres es permitir el crecimiento, el arrojo y las capacidades de los
hijos para poder enfrentar las vicisitudes de la vida.
La
primera vez que hablé con ella por teléfono, o sea a la que me debería tener
rabia, me dejó bien claro que era andina y de nombre Esperanza de Jesús
Castillo de López y agregó, un ‘para servirle’ que me sonó un poco a amenaza,
pero es que tiene razón de amenazarme, con ese prontuario policial que me
precede.
Enviudó
temprano, por allí a los cuarenta años apenas, producto de la violencia infame
de Latinoamérica toda y se irguió como una estatua y sacó a flote a los tres
tripones que le heredan y se mudaron y trabajó de sol a sol para lograrlo y pagó
la muy onerosa carrera de medicina de la niña por la que me tiene tirria y también
la vigilaba y hasta se sentó en la consulta, para apoyarla como su secretaria y
sabe muchísimo más de medicina que cualquier residente.
Esperanza de Jesús Castillo de López para servirle, está de cumpleaños hoy, si, está cumpliendo sus primeros ochenta años y todos estamos muy contentos en lo particular yo, porque ella tiene salud, simpatía, picardía, gracia, honestidad y además me ha dicho que ya no me tiene rabia.
Bernardo Jurado es escritor y el
yerno preferido de Esperanza de Jesús Castillo de López para servirle.
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