Search This Blog

Sunday, November 3, 2019

LAS BUENAS TARDES PERDIDAS


LAS BUENAS TARDES PERDIDAS

            Que rica y divertida fue la reunión de anoche, aunque manejé cuarenta y tres largos kilómetros por las impecables autopistas de Miami hacia Broward County a unas ochenta millas por hora, con la atmosfera interior de mi vehículo controlada, escuchando esa emisora de jazz que me cautiva y me hace recordar mis tiempos en la a veces bucólica New Orleans. Fue una cata de whiskies, el primero que probé tenía veinte años de añejamiento, pero la conversación, la grata y culta conversación, sobre todo con el que infiero es el alter ego del admirado novelista cubano Leonardo Padura, mi culto y amable amigo Nicolás, que vive en Coral Gables. Fue memorable, excepto porque llegué a mi cama a las dos de la madrugada, para levantarme como siempre, a las seis de la mañana porque mi cuerpo así lo exige, es esa disciplina autoimpuesta que cualquier día mandaré al carajo, pero es que no conozco otra manera de tener éxito y miren que la ando buscando.

            Me fui a la mar y el día estaba como una obra  de Monet y ella con ese sombrero glamuroso y ese traje de baño que alborota mi desenfreno, pero así fue, sentados en las sillas de playa, decidí caminar por más de cuarenta minutos y amaneció el domingo y me levantó el hambre, pero la hora había cambiado y mi riguroso desayuno era una hora después, o tal vez antes y fui a tres restaurantes todos abarrotados de hambrientos hasta que conseguí mesa en el cuarto de ellos y mis huevos fritos tardaron cuarenta minutos en llegar y mi humor era por decir lo menos, canino y feroz, pero comí. Fui a abastecer mi casa de comida para la semana y en el automercado se había caído el sistema, solo aceptaban dinero en efectivo y ¿cuándo se ha visto que en los Estados Unidos, o al menos en Miami, pase eso? y con los escasos doce dólares que llevaba, al menos compré lo mínimo indispensable y mi mal humor se acrecentó.

            Me llegó un texto informando la muerte de una amiga de parte de otro amigo y la llamé y mi humor cambió de disgustado a arrepentido y al repicar el teléfono ella misma me atendió y me volví a disgustar, no porque estuviese viva, sino porque me había estresado aún más de lo que ya estaba, sin motivo alguno y decidí correr a mi casa a enclaustrarme, a leer o escribir, porque mercurio debe estar en retrógrado, porque a los chacras le deben faltar lubricantes, porque el karma estaba exaltado, porque la nube de la mala suerte me estaba rondando, ¿Qué se yo, porque me vine a casa y pasé doble llave a la puerta?

            Pues no hice nada, solo ver televisión, películas tontas como las que me gustan, no aprendí nada, decidí ser indisciplinado, medio tonto, un poco nulo, como este artículo y he llegado a la conclusión de que ha sido una buena tarde, pero absolutamente perdida.

No comments:

Post a Comment