Search This Blog

Saturday, July 1, 2017

AMANECER EN SOUTH BEACH


AMANECER EN SOUTH BEACH

            ¿Ya vas a auto flagelarte otra vez?, ¡todavía no ha amanecido!, ¿A dónde vas?, ¿Qué te hace levantarte a esta hora infame un sábado?

            Mi habitación estaba helada y ambos sumergidos dentro el grueso edredón de plumas, pero como siempre pasa, algo me hace eyectarme de mi aposento, porque ya tendré la muerte para descansar.

            Voy a ver el amanecer a South Beach y a caminar un largo rato por la playa, le dije a ella, con amabilidad.

            Llegué y me quité mis zapatos de navegación, no quería que nada interrumpiera el contacto con el planeta, saqué mi armamento, mi viejo rosario de plástico que me ha acompañado creo en las últimas dos mil millas caminadas y estaba encapotado el tiempo y el sol tapado entre las nubes.

            Pensaba que sería el único en la playa, por lo menos en ese sitio del Distrito histórico del Art Deco, pero no, antes que yo habían llegado unas cuarenta personas que hacían Thai Chi, más allá un par de rubias haciendo una sesión fotográfica que incluía ardientes besos en la boca y yo me preguntaba, rosario en mano ¿Cómo hago para participar en la fiesta?, son esas cosas de la a veces frágil fe y seguí caminando, para sentir la lujuriosa mirada de una venerable señora que no podía tener menos de ochenta años, sentada en una silla multicolor con las tetas al aire y le tiré un beso y me dio una sonrisa.

            Siempre comienzo mis oraciones con la mágica gratitud. Agradezco la familia, la salud, la prosperidad, los afectos, el aire que respiro y también me di cuenta que el sol estaba saliendo y tapado por las nubes y agregué: aunque el sol está tapado y no puedo verle en todo su esplendor, lo siento en mi piel y sé que está allí como tú, mi Dios y me tuve que detener, detuve mi caminar por la impresión, no por las tetas de la señora sino porque las nubes se apartaron de una manera que jamás había visto y el sol asomó toda su fuerza calórica, esplendorosa, amable y para mí, ¡impresionante!.

            En el minuto cuarenta y cinco de mi larga caminata decidí entrar a las cristalinas aguas que observaban buenas olas, donde algunos peludos surfistas aprovechaban sin receso y me vi tentado a nadar hacia el océano pero la experiencia descrita en el artículo de ayer, más mi avanzada edad que no siempre implica madurez, me gritaron que no lo hiciera por la resaca.

            El amanecer en South Beach es un privilegio. Uno va por paz y consigue a una pareja en sus mejores galas, amanecidos y susurrándose lujurias, uno va por sosiego y están ellas besándose y atribulando las bajas pasiones, pero todos sin excepción estaban de cara al sol, a ese sol que pienso que salió para mí, mientras rezaba el salterio angélico.

            No es una auto flagelación levantarse tan temprano para ver el mayor de los espectáculos y el más grande milagro de Dios, el cual es un día después del otro.

 

2 comments:

  1. Hola y saludos, me encanta tu vivencia que relatas con tanta armonia poética en prosa simple, clara y transparente bien iluminada por ese ser supremo y ese sol que no debes apropiarte, es para todos quienes todavia respiramos, te felicito por tu energia en la caminata y por tu fuerte FE que nunca es débil...también me encomiendo y doy gracias, a dios, varias veces al dia, sigue cuidandote para seguir teniendo infames horas de eyección del aposento....

    ReplyDelete
  2. excelente y hermosamente relatado, como igual me parece extraordinario el comentario precedente de un príncipe de las aguas, Emir AL Bajar! de nuestra armada

    ReplyDelete