ENEMISTADES FEROCES
Con
los años me he dado cuenta que no importa mucho hacerse de enemistades feroces
para sostener algunas posiciones intransigentes de los otros y paso a
explicarlo un poco mejor: cuando te consigues por ejemplo con un fanático, sea
de la tendencia que sea, religioso, que son peligrosísimos, políticos que no lo
son menos o simplemente fanáticos de la estupidez, aunque me temo que todo fanático
es estúpido, pero cuando te consigues con alguno, puedes huir, eso sería lo más
racional, alejarse a toda velocidad, pero él, el fanático, no te lo permitirá,
de forma que deberás enfrentarlo, pero no como él quiere sino como tu
inteligencia, tu sexto sentido, tu vocación, tu formación o tu criterio te lo
indiquen y con eso pasarán dos cosas: la primera es que el fanático estúpido saldrá
de su cuadro y la segunda cosa que pasará es que el estúpido fanático se convertirá
ipsofacto, en una enemistad feroz.
Si
alguien en la vida del negocio literario al que me dedico con vocación e inspiración,
sabe de enemistades feroces fue la muy importante e inigualable agente literaria
Carmen Balcells, ¿ya saben quien es? si no es así, les ruego que no lean más y
la busquen en Google, porque su vida cambiará desde el momento en que la
conozcan, aunque ya ha fallecido.
Carmen
es un ejemplo para todas las letras de habla hispana, porque hacía cosas dignas
de ser imitadas, por ejemplo: no había presidente que no se pusiera al teléfono
ante una llamada de ella, manejaba el poder con pericia, porque las letras, la
literatura y el conocimiento es poder. Poseía un olfato eximio para los buenos
escritores que pudieran ser famosos y susceptibles de ganar el Nobel de Literatura y los fabricó, los llevó de su mano, los industrializó y
probablemente si Mario Vargas Llosa leyera esto, estaría de acuerdo conmigo.
Decía
que Mario Vargas Llosa era el primero de la clase pero el Gabriel García Márquez
era el genio, también tuvo en nómina a Isabel Allende, a Carlos Fuentes y
muchos otros y llegó a decirle a Carlos Barral que él era el enemigo y que ella
pelearía contra su dictadura en el mundo editorial y lo logró, pero era humana,
llorona, de lágrima fácil y en esa dicotomía ella se crecía, entre la dictadura
de la razón y la humana emoción.
Cuando
iba a discutir con algún editor de la vieja guardia, del viejo estilo de hacer
libros, todos en aquella Barcelona que ella construyó, sentían angustias porque
sabían que ese tiburón se los tragaría de un bocado ante el más pequeño atisbo
de terror y ella olía la sangre, olía el miedo y luego les abrazaba y lloraba
junto a ellos cuando ganaba ese jugoso contrato para sus escritores.
Sí,
Carmen Balcells un buen ejemplo que seguimos en Jurado Grupo Editorial, se
granjeó enemistades feroces y contra mi voluntad, me temo que nos está pasando
lo mismo, pero no dejaremos de defender los derechos de aquellos que hacen un mundo mejor, pero en negro sobre blanco.
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