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Sunday, April 19, 2020

OPRESIVAS DESCRIPCIONES


OPRESIVAS DESCRIPCIONES

Claro que podría describir esos olores, sería muy fácil para cualquier escritor, basta con darle un poco de color imaginativo y ya usted podría imaginarlo y hasta olerlo, pero con frecuencia es opresivo, porque los olores o cualquier otra actividad sensorial, afectarán las emociones si ello (los olores) formaron parte intensa del vivir.

Recuerdo que iba a las perfumerías y pedía oler los perfumes femeninos de moda en aquella época, anotaba los nombres y memorizaba tanto la fragancia como toda la información que me diera la normalmente mujer dependiente, estudiaba la poca historia que podía procurarme en aquellos tiempos sin internet y ya, quedaba guardado para la próxima cacería, donde patearía el ego de la infortunada y le daría para su asombro una clase del perfume que la subyugaba.

Le comentaba a Estéfano, un italiano inteligente y loco, piloto de aviones de combate a reacción, que ahora comprará su propio avión, pero no cualquier avión, sino un hidroavión y lo acuatizará en el lago frente a su casa, si, le comentaba que no entiendo porque siempre me levanto tan temprano, me temo que es mi mejor hora, para meditar, escribir, orar, preparar café, a veces antes de la pandemia salía a correr como si me persiguiera el mismo diablo, pero hoy, hoy ha sido especial, porque armado ya con mi tazón café  en la mano, desnudo totalmente como suelo dormir y tan solo con una ajada bata encima, he salido a mi balcón a ver el amanecer y allí he recibido el golpe del recuerdo. No todos tienen porque saber que vivo en una isla pequeña y privada, frente al Puerto de Miami, donde tengo el privilegio de trabajar y ahora nuestro puerto está lleno de cruceros en cada uno de nuestros terminales, seguramente con tripulaciones reducidas para atender los más elementales servicios y la maquinaria auxiliar junto a algunas plantas navales esenciales y hoy tenemos una alta presión atmosférica que hace del mar una suerte de plato con aceite, el viento que viene suave del noreste y allí estaba yo, envuelto en un halo opresor, solo descriptible para un marinero, un olor mixturado entre el escape de los motores diésel, el salitre, el fierro de sus cascos y cubiertas y ustedes se preguntaran: ¿aparte del diésel, todo lo demás huele?

Es una historia de olores recurrente en mi vida. Cuando mi padre venía de sus buques los fines de semana, perfectamente aseado y vestido con ropa de civil, pues, olía a buque, olía a lo que yo acabo de oler y que me ha dado motivo para este escrito y un buen día, luego de una larga operación por el Caribe, que nos tomó más de veinte días, llegue a casa, aseado, con ropa de civil impecable, perfumado y mi hijo Roberto me dijo: ¡Papá, hueles a buque!

Hoy he salido a mi balcón, café en mano y la bahía me trajo ese olor que recrea en mí y seguramente en cualquier marinero de guerra, una opresiva descripción de un pasado amable y divertido.

Bernardo Jurado es el autor de “Divinos, luego humanos” y ocho libros más, todos a la venta en Amazon/Kindle.

           

3 comments:

  1. Recuerda que los submarinistas son reconocibles dentro de esa "fauna" naval; precisamente, por su olor esoecial. Yo los considero, como en todos los paises,"la crema de las marinas". Con el sniffer de mi avión antisubmarino, los cazaba. Jajaja

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  2. Excelente apreciado Bernardo, esa sensación es algo único.

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  3. Leyéndote, vino a mi mente lo afortunado que hemos sido unos pocos en el universo nacional, por haber tenido la oportunidad de conocer la cadena de paraísos naturales que tiene Venezuela al norte. Y, también pocos, los que olfateamos tal cual lo describes, el característico olor de esa mezcla irremplazable que trae el viento: maresía-buque.

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