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Saturday, April 11, 2020

DOS CASTIZOS BESOS


DOS CASTIZOS BESOS

Dedicado a Eduardo Capecchi.

In memorian.

 

            Era un tipo sin igual. Jamás le vi disgustado, ni con una mala manera y miren que lo conocí y lo venero aun. En mi infancia está siempre presente y  jugaba con nosotros, estaba recién casado y llegaba a casa de mis abuelos que para nosotros era como estar en Disney World y él era la mayor de las atracciones.

            Como es natural, mi tío Eduardo en algún momento de la tarde tenía que retirarse a su trabajo y normalmente lo hacía a escondidas para evitar que mi hermano y yo, entráramos en llanto continuo y permanente de dolor, de despecho porque nos aburriríamos y corríamos a la ventana al no sentirle en casa y allí estaba, montándose en su carro y nosotros despechados le gritábamos que no se fuera y siendo un hombre tan sensible y que nos quería tanto, con los ojos también húmedos nos prometía que volvería pronto.

            Han pasado casi sesenta años y aún no sé porque le llamábamos “Ucho” y le invité alguna vez a almorzar en mi buque de guerra con nuestra rival en el cariño de Ucho y allí fue con ella, con “Ucha” que es su devota esposa. Confieso que intenté sin mucho éxito, atenderles como si fueran los Príncipes de Asturias, pero es que mi barco era muy pequeño.

            Ucho, mi tío amado, cuando se enteró que me casaría, lo primero que hizo fue ofrecerse para regalarme los anillos de matrimonio y así fue. También conociendo mi amor por los perros, me regaló a Malvina Argentina Capecchi, que era el nombre del exclusivo ejemplar de Dogo Argentino que reposaba en el pedigree.

            Vestía impecablemente, era encantador, simpático, inteligente, viajado y con ese don de gentes que solamente tienen pocos. Vendedor sin igual, jamás conocí a nadie mejor en las ventas y fue regente de compañías muy importantes como la Mercedez Benz, la Volkswagen, la Mazda, ¿Qué se yo cuantas cosas hizo mi tío?, pero fueron muchas.

            Hoy cumpliría cincuenta y seis años de matrimonio con mi tía Beatriz cuyo alias, como ya les dije es Ucha y siempre tuve y tengo de ellos el beso de cada uno, dos besos entonces castizos y familiares, porque como Dante escribió: “El amor mueve al sol y las demás estrellas”; ahora Ucho es uno de mis santos, de mis vigilantes, de mis asesores, porque siempre lo fue, porque siempre celebró mis contados éxitos, porque siempre obtuve de él esa palabra de aliento y esa sonrisa abierta.

            Para Beatriz (Ucha), mujer sin par, de una voluntad proteica, de un carácter de titanio, de una dulzura como el agua-miel, dedico este escrito de alegría porque la vida ha pasado, los recuerdos quedan y me temo que cuando él se fue, me he quedado llorando en la ventana como cuando era un niño.

            Feliz aniversario de bodas mis tíos amados, fueron y siguen siendo un ejemplo de amor, de unión y cristiandad.

 Bernardo Jurado es el autor de "Divinos, luego humanos" y ocho libros mas, todos a la venta en Amazon y las mas prestigiosas librerías de Miami y el mundo.

 

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