TOCANDO
PARA NADIE
Tan
solo corro unas muy pocas millas, nado algo así como un kilómetro doscientos
metros diarios y la verdad es que no puedo ni siquiera acariciar la capacidad
de mis amigos deportistas y multi- atletas. Los domingos ponen el despertador y
asisten desde su cama a la Fórmula 1, luego de cientos de vueltas, ya cansados,
pasan el canal y compiten vigorosamente en tenis hasta que sus viejas rodillas
flaquean, (por supuesto, todo esto debe ser llevado a cabo tomando café), y
saltan al mullido sofá, donde aquí sí, ahora todo será deporte extremo de alta
competencia, ya son casi las doce del mediodía y como deportistas destapan la
primera Samuel Adams helada, una cerveza bostoniana que sacan de acuerdo a la estación
del año, se acomodan, hacen seña a la familia para que guarde silencio y ¡comienza
el partido de futbol! Donde esperan jugar a favor del real Madrid los dos
largos tiempos. En oportunidades me llaman para indicarme cómo va la cosa y
nunca les he dicho que no me interesa, los escucho estoico y paciente.
Mi
amigo el Capitán uruguayo me invitó al bar a ver el futbol, todos piensan que
me encanta, que deliro y la verdad es que a esta altura de la vida, casi nada
me hace delirar, no sé nada de deportes desde que leí el tratado aquel de la
cultura que me mandó mi Padre, donde concluí que era una pérdida de tiempo
saber de eso y de moda, pero la revista Hola vende un millón de copias a la
semana, de manera que concluyo que soy yo el equivocado.
No
fui al futbol, no asistí al bullicioso bar lleno de fanáticos porque les temo a
los fanáticos a todos por igual, inclusive a los católicos, me fui a otro, a un
bar silencioso y aburrido como yo y pedí un trago, cuando me percaté del
solitario pianista vestido de tuxedo a esa hora del día. Siempre quise ser
pianista, realmente no, miento, porque mi maestra del noble instrumento que me
lee se sentirá defraudada. Ser pianista es complejo y solo dado para
inteligentes y sensibles personas como ella, que pasó más de un ano educándome,
mientras mis hormonas pensaban en la adolescente de mi vecina.
Creo
que debería aprender a tocar piano formalmente y hacerme el divertido, creo que
ese pianista solitario debería ser yo, pero con autorización para beber y una
copa de brandy sobre el negro y pulido instrumento alegraría mi musa.
En
silencio le observé, buscando historias en mi mente, en silencio pude ver que él
no estaba triste, sino ausente, mientras mis amigos creían jugar al futbol,
sudaban en el sofá la rabia de la astucia del contrario, mientras yo estaba en
la realidad de la barra en el sobrio, aburrido y hasta británico bar, huyendo
de los fanáticos absurdos. Creo que el pianista tocaba para nadie, jamás me vio,
nunca supo que estaba yo allí observándole y recordando a mi maestra de piano.
En cualquier acto de la vida, por rutinario y banal que parezca, se manifiesta en toda su grandeza la capacidad que tiene el ser humano para imaginar, que en mi humilde opinión, es la más grande obra de la creación!!! Felicito tu imaginación y la oportunidad que tengo de leerla traducida en tus escritos. Un gran abrazo, querido amigo!!!
ReplyDeleteHola Jr, la soledad, mi compañera y no puedo hacer lo que manifietas...salir, estar con la naturaleza y pensar,,,con la alerta anaranjada en la que vivimos, me gusta el tenis y lo juguè aficionadamente cuando podìa, ahora lo sigo, soy fan de Federer...pero abstraerme en algun lugar seguro...aqui no hay, ya ni los amarillitos me llaman la ayenciòn, mi rutina no va mas alla que chatear con mis hijos, seguir navegando en FB, leerte, comentarte...sanamente envidiarte y desear que sigas alimentando el vivir de muchos con la esperanza que le cambio se produzca y posamos retomer una calidad de vida decente...cuidate y saludos...
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