UN NERVIO CELULAR
En
la ducha, el agua pasa intempestivamente de caliente a helada, la mente se
nubla, cada célula del cuerpo se crispa, cada movimiento se hace torpe, parece más
bien un stroke, un pánico incontrolable, se cae el jabón, arden los ojos por el
enjuague, no podemos ver, tan solo pensamos en las consecuencias, fue un
desacierto sin lugar a dudas, no he debido dejar las llamadas recibidas sin
borrar, repito, cada célula está en alerta, bajo tensión terrible y paralizante
y para colmo desnudo.
Mi
amor, -se escucha-… ¡tu teléfono celular está sonando!
No
puedo salir de la ducha así, estoy absolutamente entregado a mi suerte, mi
matrimonio depende de quién sea al otro lado de la línea.
Como
puedo me seco a medio bañar, salgo como quien se encuentra en una competencia
de velocidad hacia mi cuarto, allí en la mesa de noche donde le dejé, debo
llegar primero que ella, puede ser mi novia, o aquella que conocí en Di Vietto
hoy en la mañana, ¿Quién me manda a estar dando mi número a cualquier
desconocida? ¡Pero es que era tan bonita!
A
partir de ahora solo daré mi correo electrónico, la verdad es que la telefonía celular
ha llegado a nuestras vidas para mortificar cada célula de nuestro cuerpo, creo
que por eso debe llamarse celular, pero tampoco, mi correo puede leerse también
en mi celular, también se puede acceder al facebook, a mis cuentas bancarias, a
mis más oscuros procederes, todo está en el maligno aparato, hasta las fotos
desnuda que me mando Mariela y que en las reuniones fastidiosas de trabajo observo
embelesado.
Levanto
la voz orondo y valiente, el alma me vino nuevamente al cuerpo, es mi abuela: ¿Alo,
abuela, buenas noches como estas?, mientras camino aun mojado al encuentro de
mi esposa, para asegurarme de que me escuche, si disculpa que no te atendí
inmediatamente, pero me estaba bañando y había dejado el celular en la mesa de
noche, por supuesto abuelita, ¿quieres hablar con ella? con todo gusto te la
paso. Me quedé allí para verificar que al finalizar la conversación me
devolviera el pecaminoso instrumento.
Esto
nos ha pasado a todos, ninguno se encuentra a salvo, a menos que sea Usted señor
lector el Papa Francisco, cosa que me llenaría de mucho orgullo, pero el Papa
no tiene ni celular ni esposa.
Resulta
que la semana pasada, para los efectos de esta edición, una empresa de vallas
publicitarias ha solicitado una investigación a algunos funcionarios de la Alcaldía
de la ciudad, porque arguyen que les han sido violados algunos derechos para
hacer sus negocios y una corte ha solicitado entre otras cosas los teléfonos celulares
de los funcionarios a manera de verificar algunos de sus contactos, llamadas telefónicas
y mensajes de texto y nuestro concejal, mi amigo Pete Cabrera, se niega a
entregarlo, por cuanto considera que es una violación de su privacidad y yo
estoy de acuerdo parcialmente con él.
Desde
el momento en que una persona decide ser un político, un servidor público, un
concejal, es susceptible de ser investigado, la vida de los políticos debe
servir a la vez de ejemplo a los ciudadanos a los que sirven y dejan entonces
de tener vida privada. Esa y otras razones nos obligan tanto al editor Luis
Alcalá, como a mí, a no ser políticos ni servidores públicos.
Al
Senador Ted Cruz, candidato presidencial, le acaban de publicar un absurdo
video de sus anos bisoños, donde aseguraba su afición por el poder y su intención
de ser una suerte de dictador. Como es evidente, fue un video aficionado de la
adolescencia, pero lo importante es que lo consiguieron, lo publicaron, lo vio
un interesante y nada despreciable segmento de los votantes.
Los
políticos en ejercicio deben tener una vida impecable y ¿saben realmente que
significa impecable?, pues proviene del latín “pecatus”, que traduce al idioma
de Cervantes, pecado y el “im”, significa, sin, o sea, ¡sin pecado!
Si
nada hay que temer, considero que debemos cumplir el mandato de la corte y una
vez obedecido, si acaso consideramos que se violaron los derechos, interponer
una demanda al sistema, pero eso solo ocurrirá, en términos matemáticos, si y
solo si, nos encontramos sin pecado, o sea, ¡impecable!
La
investigación se encuentra en pleno desarrollo, creo que no debemos ahondar más,
hasta tener más y mejor información. Hacemos votos porque todo se aclare más
pronto que tarde y que no quede entonces un ápice de duda, sobre el prestigio
de nuestro Concejal Pete Cabrera, pero para que eso suceda, creo que tendrá que
entregar su teléfono celular, aunque le dé un nervio celular.
Abrazos
Pete.
sin comentariso, ante verdades irrefutables, què se puede comentar?...de acuerdo con la impecabilicac de las vidas de quienes deciden ser servidores publicos, porque para poder servir bien hay que haber aprendido y aprehendido el buen y sano vivr....impolutidad total..asi sea privada..
ReplyDeleteExcelente!!!!!!1
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