LA MUERTE
DE FERNANDO
Conocí
al Fraile en la cena divertida de ayer. Llegó parco y humilde, invitado por mis
amigos y se me acercó con la actitud de quien sabe cuánto les admiro, es esa
mirada selectiva que poseemos los humanos que nos detenemos a darnos cuenta de
esas cosas.
En
el jardín nos reunimos a hablar a solas y me llenó el alma de santidad y de
esperanza por la humanidad. Es franciscano de una orden mendicante del siglo
XIII y hace 23 años comparte su tiempo entre el monasterio y la casa hogar
donde aloja a 44 niños especiales, abandonados y huérfanos. Son 176 comidas
diarias en el país del hambre y la apatía, porque está en un pequeño poblado
cercano a Barquisimeto en el Estado Lara de Venezuela.
Su
hijo Fernando era un niño de unos ocho años de madurez mental en el cuerpo de
un hombre de 36. Salía con su permiso al centro comercial, donde le querían y
pasaba sus días haciendo algunos mandados que le distraían y le hacían sentirse
útil. Fray le había ensenado a cruzar las calles de acuerdo a la luz del semáforo
y así lo hizo hasta que el funcionario del gobierno, ebrio y a alta velocidad, decidió
no respetar las leyes de tránsito y en su camino consiguió a Fernando quien cumpliría
anos al día siguiente y su fiesta seria en un Mac Donald pagada por un
feligrés, junto a sus otros 43 hermanitos. Fray con esfuerzo le había comprado
aquella camiseta de Los Cardenales de Lara, porque le encantaba el béisbol.
La
noticia llegó como una saeta al corazón, Fray llegó al hospital público y le
consiguió consciente aun y el niño antes de cualquier cosa le pidió disculpas,
pero él había hecho caso a la luz y Fray conmovido le limpió la sangre y la
tierra, le habló del cielo del que ya sabían y el médico le informó de sus 3
fracturas de cráneo.
El
velorio fue en la casa hogar, solo ellos, solo la familia de la orfandad pero
del amor, sin un solo bolívar en el bolsillo para enterrarle, sin flores, solo
amor y llanto.
A las nueve de la noche tocaron a la puerta y
era una señora distinguida que preguntó si allí vivía Fernando, porque no le había
visto en el centro comercial y estaba preocupada y allí también se derritió en
el dolor. Fernando fue enterrado el día de su cumpleaños y cada tienda mando un
arreglo floral, fueron sesenta en total, las flores no cabían en la sala de la pequeña
casa. El periódico “El tiempo” le dedico dos páginas completas a su vida y a su
alegría y Fray nunca pensó que le quisieran tanto.
Cuarenta
y cuatro niños viven de la caridad, pero llenos del amor de su padre El Fraile
y la distinguida Señora pagó el entierro al enterarse de esta inmensa obra, que
me llena, como lo dije antes, el alma de santidad y de esperanza por la
humanidad.
Fue
un privilegio conocerle ayer, ha sido la mejor cena a la que he ido y al
alejarnos de los comensales para tener en primera persona esta historia de
amor, ¡fue una bendición de Dios!
Cuanto candor, caridad y compasión en tu relato. Me conmoviste.
ReplyDeleteque dura es la vida para algunos y que facil para otros..especialmente a quienes no se ocupan del ser humano...que tiene a sus alrededores y no toman en cuenta para absolutamente nada, n siquiera para un buen dia, hasta luego, por favor, gracias...
ReplyDeleteAmén. Obras son amores!!!!!!!!!!!!!!!!!
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