SEXO OBLIGADO
El tumulto de la llegada de múltiples vuelos por la misma puerta en el aeropuerto internacional de Miami. Yo de pie, tratando sin éxito de divisar a través del vidrio a la persona con la que me conseguiría allí, con el consabido obstáculo de los que se atraviesan en el horizonte visual, los besos y gritos latinoamericanos, esa abuela a la que el tiempo mantenía lejana, una señora madura y peinada de peluquería, que fue recibida por aquellos jóvenes a quienes supongo sus hijos y a la que observé con ojos de lujuria.
Nelson, ingeniero metalúrgico de la petrolera venezolana, extinta por la desidia y la negligencia y que por paradoja o suerte aún se llama PDVSA, que también por paradoja o suerte posee en deuda casi lo mismo que las reservas internacionales de todo el país y que evidentemente bajo esta perspectiva fue la gallina de los huevos de oro, una empresa en el ranking mundial y que ahora es la encargada de quebrar técnicamente al mismo país que le brinda ese mal petróleo, para extraer los dividendos de los bandidos, justificar la ineficiencia, pagar las misiones y también a las putas.
Nelson, se me acercó y me saludó, con la sencillez y la humildad que da el exilio común, porque aquí somos mejores y más sensibles personas, hemos pasado trabajo y también vivimos en la mejor estructura económica, que exige esfuerzo, talento y horas de dedicación, aquí no hay Estado que obligue a una paralización laboral, sino sirves estás despedido, si deseas replicar tus vicios venezolanos aquí, serás pasado por el cadalso, a la misma velocidad, con la que la guillotina obedece a la ley de gravedad y él me contó igual de rápido su tragedia, su actual empleo, cuando fue despedido, cuando lo arruinaron, me contó que me ha visto en la televisión y que yo debería escribir todo eso que allí denuncio y eso me trajo a la realidad, porque me di cuenta que no sabía que escribo y me repetí una vez mas “sé humilde y sé honesto”, toma la cachetada de pensar que todo el mundo sabe lo que haces y le dije que lo pensaría, porque no soy buen escritor, luego le dije que la política no me inspira y es cierto, simplemente lo hago aquí en este espacio, por mera necesidad, porque me encantaría motivar desde el amor y en mi país la política es odio, es desesperanza, es división, es hambre de todo un pueblo que debería comer de la misma humildad para entender que Chávez y los cuarenta ladrones, son nuestros empleados y no nuestros dueños y que esos empleados, no han hecho bien su trabajo y deberían ser despedidos. En fin, le dije a Nelson, que escribir de política, es como bailar como una hermana, que mis libros poco tienen que ver con ella, que no me inspira y que por ello, hacer un libro de la política venezolana, sería poco más que una tortura o tal vez el peor de los castigos el cual es, tener SEXO OBLIGADO, eso sería y volví a mentir!!!
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