DICTADA PERO
NO LEIDA
‘’No te quejes de la nieve en el
techo de tu vecino-sentenció Confucio-cuando también cubre el umbral de tu casa’’
Hay cartas de aquella época en que escribíamos
a mano o a máquina en papel, metíamos el documento en un sobre, le poníamos una
estampilla y al buzón de correos y ese ejercicio desde que vivo en los Estados
Unidos me cautiva y lo apoyo, pero los tiempos han cambiado y este escrito no
trata del envío de cartas, sino trata de la crítica.
Yo tengo un amigo de la infancia que
en estos tiempos ha sido atacado con vigor, con anatemas vitriólicos, me
encanta esa frase porque describe en dos palabras las más bajas pasiones, el
resentimiento y el odio muy común en la naturaleza humana, de la cual
hablaremos en las siguientes líneas, porque nada ha cambiado en todos estos
siglos.
Lo importante de mi amigo, que me
hace admirarlo, es su equilibrio ante las mentiras que le endilgan sin pudor
alguno. Ha tenido que ir ante un juez, luego de haber sido difamado por un par
de mujeres muy celosas de su exponencial éxito, pero como dice el viejo dicho
norteamericano: ‘’Nadie patea a un perro muerto’’ y en Latinoamérica tenemos lo
nuestro, cuando decimos: ‘’solamente se le tira piedras al árbol que da frutos’’
A él, a mi amigo le he mandado un
pensamiento de Dale Carnegie, que puede ayudar, aunque creo que no necesita
ayuda alguna, las que si la necesitan son las dos mujeres que no damas, cuyo
estómago debe estar sufriendo de la agrura de la impotencia cuando el juez ha
declarado sin lugar a la mentira y allí voy: ‘’Recordemos- dice Carnegie- que
las críticas injustas son frecuentemente elogios disfrazados, recordemos que
nadie patea a un perro muerto y mientras más importante sea el perro se le
patea más duro’’, de forma mi querido y admirado amigo que tu templanza es un
ejemplo para todos.
¿Quieren una premonición?, no, mejor
no porque nada sé de eso, de lo que si puedo escribir es sobre la naturaleza humana
y allí voy: ellas se pelearán entre las dos, todo eso pasará ante la impotencia
de que el enemigo elegido, o sea, mi amigo, ha salido indemne del ataque, de
forma que su naturaleza de escualo las hará morderse entre ellas, la más fuerte
morderá primero y la segunda se defenderá, terminarán desgastándose, a menos
que sean inteligentes y logren conseguir a otra víctima que distraiga un poco
su resentimiento.
Hay cartas que deben ser dictadas,
pero no leídas porque el resentimiento, la crítica que es su símil, es el aval
moral de la envidia y de la energía oscura, baja, subalterna de esta, de la
envidia, nada bueno se puede construir, esperemos pues, en la puerta de la
casa, el paso del carro fúnebre de la mala educación y del ejercicio fútil de las
bajas pasiones.
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