SINOPSIS DE LA NOVELA LATITUD 27
Por Eddy Barrios.
Escritor, corrector y crítico literario de Jurado Grupo Editorial.
Bernardo Jurado, esta vez nos invita a navegar en solitario de Miami al bajo de Matarrilla Reef en la zona occidental del Little Bahamas Bank Nassau, tras los pecios del naufragio de un buque antiguo de tiempos de la colonia, desaparecido en esas aguas.
Él trata de convencernos de que su relato está basado en hechos reales; pero, su prosa es tan encantadoramente mágica que uno desde los primeros párrafos se sumerge en la trama ficticia y llega un momento en que queda atrapado, al punto de que uno no puede distinguir si lo que nos deja conocer en su bitácora realmente ocurrió o son los misterios de su alma ambiciosa, la cual atraviesa los tiempos para encontrar un tesoro que él ya de suyo lleva en la bodegas de su amplia cultura, adujada con esmero y compartida con gracia en citas maravillosas conectadas a la historia de manera magistral.
Debo confesar mi cochina envidia, a la cual pretenciosamente llamo sana, si es que un defecto pudiera convertirse en virtud, con la cual me rindo a su habilidad marinera y me subyuga una vez más con su intelecto y su pluma ágil, con la cual me devuelve a mis años infantiles, cuando mi imaginación volaba tras el Kon Tiki navegando las aguas del pacifico sur, corriendo las “Aventuras en el Paraíso” de un tal James Michener, capitán heroico de una serie televisiva de los años 1959, de la cual yo era fan a mis doce años, sin ni siquiera imaginar que 6 años más tarde ingresaría a la Escuela Naval de Venezuela para ser marino de guerra.
¡Bello escrito!, sin dudas, y pronto me veo navegando, buscando el tesoro con él y recogiendo los pecios de su cultura, que él va largando por popa, junto con la corredera, dejando en cada nudo algún trazo de su experiencia en la singladura admirable de su vida de tercera generación de marinos de guerra de nuestra armada nacional y de ex comandante de cuatro navíos de guerra y dieciocho años embarcado.
En un cierto momento he "aflojado" la lectura, distraído por los eventos nacionales del 9 y 10 de enero. Pero, pronto me reincorporo a mi lugar en formación y sigo leyendo, para responder a su pedido de escribir un comentario acerca de su obra y me devuelvo al típico mensaje YV1, que demandaba acelerar acción, del viejo manual de operaciones ATP1-A, con el cual el comandante de la flota nos exigía ocupar estación. Respondo así a un mensaje que Bernardo no me ha hecho; pero que, conociendo su pasión y celo profesional por la precisión, ya siento que me exige.
Es que estoy derivando en las aguas de la política nacional y me estoy comportando como un pouncer, ese buque que quedaba libre en el espacio entre el cuerpo principal y los buques de la cortina, en "Robbing comission", como dicen los marinos de guerra de los EUA. Aunque, no encuentro más que detalles cada vez más cautivadores y completos del dominio de parte del autor, acerca de la navegación de altura de los tiempos del naufragio original y admiro cada vez más su exhaustiva investigación que lo llevo a meterse en esa aventura tan real, transformada en interesante novela. Es que su obra estimula mis recuerdos de "Operaciones Navales”.
Los marinos o marineros prácticos, navegantes verdaderos, van a disfrutar este libro. Cada estrepada del mismo, de su velero Blue Book y, sobre todo, de sus recuerdos, con los cuales nos envuelve y nos imbuye en la visión de sus febriles vivencias.
Es admirable que un oficial naval retirado se dedique a navegar en solitario y tenga los conocimientos prácticos necesarios e indispensables para hacerlo con seguridad y solvencia.
A lo largo de los capítulos nos va instruyendo, de manera absolutamente honesta y sin aspaviento, de cada uno de los libros leídos y manoseados con enjundia de bibliotecario.
Estoy seguro que los lectores hallarán el tesoro que no está solamente en latitud 27 y la longitud ad libitum de su mente sabía y libre. En un cierto momento la lectura me recuerda el poema de la película INVICTUS de Mandela y concluyo que Bernardo se ha ganado el derecho de decir, como el poeta William Ernest Henley:
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul.
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