NO TENGO QUE TENER UNA OPINIÓN
Es
verdad, me retiro, porque no tengo que complacer a nadie. Las personas arguyen
que todos debemos tener una opinión sobre lo que se conversa y con frecuencia
me siento fastidiado con el tema, cualquiera que este sea, por ello, me declaro
en abierta rebeldía con respecto a la odiosa responsabilidad de dar opiniones.
¿Qué te
pareció lo que dijo Lula Da Silva?
A mí, todo lo que diga ese comunista, corrupto, me parece sin importancia y entonces,
¿se dieron cuenta?, ya di una opinión.
¿Y cuál
es tu teoría sobre Maduro que no fue a Argentina? Y entonces les digo ¿ustedes
que contestarían?
Veamos:
opción uno, ¿porque tuvo diarrea?, opción dos ¿porque tuvo miedo ante las protestas?
Opción tres ya no me interesa.
Como
es evidente, me encuentro en ese oscuro pozo de falta de inspiración para
escribir, me temo que se lo puedo atribuir al exceso de trabajo y de
actividades sociales, porque es este un oficio de soledades y de cierto estado
de fastidio, como el de hoy en la noche donde no tengo que tener una opinión.
He
entrado en el chat de mis amigos venezolanos, un chat de lo más cómico en la
gran mayoría de las veces pero con frecuencia llena de las opiniones de todo
un país de opinadores y de héroes del
teclado, tal vez como yo, pero es que para mí, creo las mías suficientes en
materia de opinión, pero eso forma parte del pasado, porque no voy a opinar.
Veo
el conflicto de Shakira, ahora a Piqué con tremenda rubia, la fiesta del Puma,
sus ochenta años, también que debo salir en la madrugada a Sarasota, un viaje
de cuatro horas y bien saben que no me gusta manejar ni tampoco orinar, creo
que es una pérdida imperdonable de tiempo, pero esas también son opiniones y
ustedes leen un artículo que no posee opiniones, tampoco es cómico y me temo
que sin contenido alguno mientras aparece la musa. Sí es este un oficio audaz
y a la vez complejo, porque me encuentro en esa paradoja de color gris plomizo
entre conquistar la rabia o decretar el amor y creo que me iré por la segunda,
aunque se parezca a la primera.
Ya lo
escribí en algún lado de este blog, las opiniones son como los ombligos, todo
el mundo tiene una o peor aún, algunos a los que llaman analistas poseen varias,
que desatino este.
Por
los momentos les informo que guardaré silencio y eso incluye las a veces agudas
preguntas de Doris Alicia, que cuando me ve parco, retraído o entregado al
pensamiento, ella, como toda mujer, quiere saber que pasa por mi cabeza y me da
mucha pena decirle que nada, de forma que necesito una opinión, aunque no sea
cierta.
Sí,
no tengo que tener una opinión para complacer al planeta, mejor guardo un cartujo
silencio, me hago el afónico, el cataléptico, el desmayado como el capote de un
torero.
juradogrupoeditorial@gmail.com
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