LOS FUEGOS DE SAN
TELMO
Eran
las dos y media de la madrugada y corrían los noventa a bordo de la Fragata
Clemente que a la sazón era mayor en edad que yo y tuvieron el arrojo de
encargarme de la navegación como oficial de puente, en una noche oscura al sur
de la Isla de la Tortuga. Mi barómetro que me ensenaba como arte de magia lo
que ocurriría con nosotros, me indicaba que estaba bajando la presión
atmosférica y por ende nos enfrentaríamos pronto a una tormenta, pero el parte meteorológico
indicaba lo contrario, pero no había lluvia, todo era raro, silenciosamente
raro, extraño, diferente, es esa pupila que forjamos los hombres cuando pasamos
la vida en la mar, ¡algo no estaba bien!
Mi
muy admirado amigo, el Comandante Gilberto Velásquez, un hombre definitivamente culto y de capacidad operativa inconmensurable, un marinero de
verdad, dormía plácidamente o tal vez como era su costumbre, estaba entregado a
la lectura y el pensar profundo a dos cubiertas por debajo del puente. Siempre
sereno y amable, aplicaba la justicia con benevolencia pero con solidez moral.
El
buque surcaba silencioso la mar negra, nadie hablaba en el puente, pero a la
vez no había tensión, era un silencio meditativo, pero en alerta, algo difícil de
explicar. Las órdenes nocturnas del Comando habían sido leídas, la posición geográfica
era exacta y llevábamos rumbo al oriente, el puente a oscuras para poder
aprovechar la dilatación de las pupilas, las máquinas a punto, solo ese
movimiento con el que sueno con frecuencia y que comparo con las sinusoidales caderas
de las más bellas damas que he podido amar y que aún quedan en mis recuerdos so
pena de ser usados en mi contra, pero los escritores a veces somos indiscretos
y no podemos aguantar la pulsión de contar lo vivido.
La
conversación era parca, todos pegados como lampreas al vidrio con binoculares,
oteando, buscando, tratando de ver antes para evitar un accidente, café a
borbotones, cientificidad y profesionalismo en la conducción de ese buque al
que tanto amé. De repente un grito de alarma, por el costado de estribor, el
marinero exasperado a viva voz nos indica que el miedo se aproxima, un incendio
en la verga del mástil que aparecía intermitentemente, salimos al descubierto y
la brisa pegajosa nos inundó, lo vi y como un instinto llamé al erudito que me
atendió sin prisa, como todos los sabios, para decirme que San Telmo había
llegado al buque y que era un signo de buena suerte.
“El fuego de San Telmo o Santelmo es un meteoro ígneo consistente en
una descarga de efecto corona electroluminiscente provocada por la ionización
del aire dentro del fuerte campo eléctrico que originan las tormentas
eléctricas. Estaba considerado un buen augurio por los marineros españoles durante
la conquista de América”
Aunque se le llama «fuego», es en realidad un plasma de baja densidad y
relativamente baja temperatura provocado por una enorme diferencia de potencial
eléctrico atmosférica que sobrepasa el valor de ruptura dieléctrica del aire,
en torno a este fenómeno toma su nombre de San Erasmo de Formia (Sanct' Elmo),
patrón de los marineros, quienes habían observado el fenómeno desde la
antigüedad y creían que su aparición era de mal agüero; aunque otros marineros
lo asociaban con una forma de protección de parte de su patrono. Los marineros
españoles harían referencia a San Pedro González Telmo”
Tanto
en la Isla de margarita como en Punto Fijo, existen puertos de pescadores
llamados Pedro González, que seguramente los lugareños asumen que son
referencia a un pescador, pero no es así. San Pedro González Telmo, se me
apareció aquella madrugada de mar que aun agradezco y recuerdo.
De los mejores recuerdos profesionales guardo en mi memoria, los mas de 36 meses que presté servicio a bordo de ese viejo y noble buque. Fui su Jefe de Operaciones y su Segundo Comandante. El último buque de guerra en el cual tuve la honra de prestar mi servicio. BZ.
ReplyDeleteExcelente!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ReplyDeleteNunca tuve la oportunidad de observar ese fenomeno, su descripcion hace al lector vivirlo;lo que si hizo fue traer a mi memoria mi PRIMER BUQUE, EL ARV ALMIRANTE CLEMENTE, a#o 1985 , fue un honor para mi ser parte de su tripulacion en su regreso de Genova despues de su ultima remodelacion para encuadrarse como GC-11 ARV ALMIRANTE CLEMENTE, son mucha/os los recuerdos y millas en esa mi primera UNIDAD NAVAL, que de recuerdos.........
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