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Sunday, April 14, 2013

BESOS USADOS

De un cantante joven es la letra de esa canción cuyo título me pareció curioso, porque nunca pensé en besos usados que implican desgaste, implican algo traslúcido y poco atractivo, pero si creo que hay besos usados, que rememoran relaciones pasadas y hasta difíciles y desagradables de recordar. Si esa relación no fuera pasada y desagradable en el recuerdo, esos besos tuvieran la esperanza de otros nuevos y mejores, cargados de morbo, pasión y lujuria, tal vez en otro estrato, cargados de amistad, sinceridad y de situaciones de paz por venir, de proyectos y de futuro. Hoy son las elecciones y observo desde la estadística doméstica, que con frecuencia inusitada funciona, una alegría sin desgaste por parte de la oposición, miro con detenimiento que una importante parte del chavismo considera al madurismo (por Nicolás Maduro), una suerte de relación extinta, o lo mas probable ninguna relación y por ello seguro estoy de que Nicolás, el pobre Nicolás es una suerte de beso usado que nadie quiere de nuevo. Es escaso, insulso, insípido, con esa oratoria política popular venida a menos y que contrasta con su pasado de reposero, pero que a la vez le deja ver las costuras de su falta de formación en todo término de lo humano. Ha basado su campaña política en recordar las inexistentes epopeyas del difunto que le antecedió y clama por el despertar de la lástima por el incidente de la muerte a la que seguro él contribuyó, porque Chávez fue secuestrado, muerto y no sepultado y de manera evidente no resucitará, porque han pasado más de tres días y la momia maquillada del Museo Histórico Militar de Caracas, donde es expuesto, no corresponde con el supuesto deterioro físico de un mortal alimentado por meses, vía endovenosa, con una traqueotomía que le impedía cualquier ingesta más o menos sólida que evitara una pronunciada y famélica figura. Maduro es un beso usado, nadie lo quiere, incluyendo a su aprovechada mujer y cómplice de tropelías juveniles, Cilia Flores y yo lo lamento, porque la monarquía hereditaria en el Caribe nunca funcionó y él fue ungido como Luis XIV. Ha pasado semanas recordándome el episodio de Juana la Loca, quien paseó por meses, el cadáver insepulto de su marido, por todas las comarcas del reino. Su difunto esposo, el autodenominado Felipe el hermoso, cuyo amor sobrepasaba la cordura logró con su muerte que ella se desequilibrara y al poco tiempo fue internada en un castillo, para que buscara la paz. En poco tiempo y de ser esta la suerte de Nicolás, quien dista océanos de ser un zar ruso, (por aquello de la pureza de la sangre) le veremos atacando a la otredad que le recuerda que los besos de Hugo Chávez a la multitud que le amó, no son esos usados que el ofrece desde la inoperancia y su falta de carisma, para inspirar.

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