TRABAJO PARA VIEJOS
Yo
pensaba que era el único que no entendía porque cuando nos hacemos viejos,
cuando entramos a la edad de la jubilación y nos retiran, pues, pasamos a
formar parte de alguna tienda de nostalgias donde regalamos nuestra experiencia
en las tertulias del banco del parque en New York.
Con
frecuencia he dicho en los medios, ahora que he entrado con bombos y platillos
al sexto piso de mi vida, que el escribir es una de las cosas que se nos da
mejor cuando envejecemos y creo que es natural, porque leíste más, tuviste
tiempo de conocer más, ahora tienes el reposo de no importarte mucho casi
cualquier cosa y, además, por los años, tienes la sapiencia de manejar tu
dinero.
Ha
sido un buen invento esto de la editorial. Tengo un plan, tengo un proyecto
compartido, tengo un objetivo común que comparten personas inteligentes a los
que les pago por sus servicios, pero son mis socios, muy motivados y eso hace
la diferencia.
Hace algún
tiempo manoseaba un libro encantador, cuyas páginas amarillas del tiempo, páginas
un poco raídas por el tacto y por las pupilas de los inteligentes, siguen
alumbrando caminos y ayer, bajo la tormenta que nos enclaustró en casa, vimos
por decima vez la película ‘’Media noche en París’’ donde se yergue como símbolo
de la ciudad la Torre Eiffel y le dije a Doris algunos detalles de esa obra de hierro
y fuego que hacía años había leído en el libro titulado: ‘’El libro de los éxitos’’
que si bien no tiene autor, pues, dice lo siguiente: ‘’Es esta una colección de
artículos que dan ejemplos de grandes triunfos logrados por el esfuerzo, la
perseverancia y la fe’’ y fue publicado el año de mi nacimiento, 1962, por
Selecciones del reader digest.
Un
capítulo titulado como este título, ‘’Trabajo para viejos’’, cuenta la historia
del empresario británico Alfred Owens director de la empresa siderúrgica Rubery-Owens,
cuyas fábricas en Darlaston, Inglaterra, ocupaban 30 hectáreas y este conocía la
penosa situación de algunas personas mayores a quienes no le alcanzaba la pensión
para vivir y con frecuencia llegaban pidiendo los engancharan de nuevo a su
trabajo.
Mas allá,
del comentario anterior, estaba la verdad. La falta de dinero era mas una
excusa, porque las personas mayores necesitan algo que les permita conservar su
dignidad, el amor propio, su derecho al respeto de la colectividad y listo, no
les canso más. Owens ordenó poner en uno de los edificios vacíos, varias
poltronas, una radio, un tiro de flechas, mesas para juegos, pero también taladradoras,
tornos, prensas, piedras de amolar y todo para quince personas jubiladas a
quienes les dio la instrucción de que tendrían horario flexible y se les pagaría
por resultados, no por sueldo fijo.
Todos
llegaban temprano, todos trabajaban sin descanso, todos producían complejas
piezas mecánicas y todos estaban motivados, contentos y proactivos, porque nada,
además del amor, hay en este mundo, que una persona motivada al extremo de
entender que la vocación no tiene horario.
juradopublishing@yahoo.com
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