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Tuesday, April 26, 2022

UNA AGRESIVA EXPERIENCIA AERONAVAL

 

UNA AGRESIVA EXPERIENCIA AERONAVAL

            Es un avión crítico y medieval, comparado con la actual tecnología, aunque fue el mejor de su época hasta la salida del Mustang. Confieso que estaba asustado por cuanto como ya lo escribí en mi novela ‘’Volando en el ataúd’’, no es una nave compensada, además una sola hélice bien sabemos que posee un torque que debemos anular con pedal izquierdo, sobre todo en final corto, pero no quiero aburrirlos mas con tecnicismos, mientras me hago el valiente.

            El Messerchmit BF-109, no tiene modelo biplaza, por lo tanto, lo aprendía a volar en el primer intento o como les pasó a muchos en la Segunda Guerra Mundial, morían antes de despegar. Como posee una antipática rueda de cola que anda suelta, es muy sensible para el taxi, pero a lo que vamos, que pudimos despegar con demostrada torpeza, aunque mi instructor de vuelo me aupaba como un padre en un acto de su hijo en kindergarten. No hizo falta ningún esfuerzo, levantó la nariz y tan solo le ayudé despacito para que entendiera que estaba con él. Ya veía la mar a las once de mi posición y me fui hasta allá, a unas ocho millas, como lo hizo Hans Wunderlich, el piloto alemán que falleció en su primer vuelo el 10 de octubre de 1944 con tan solo 19 años y que protagoniza la historia de mi obra.

            Sobre la mar y a unos 2500 pies de altura, decidí hacer un tonel a la izquierda y me di cuenta porque fue el mejor avión. Recuperé y decidí caer todo a mi estribor para mantener al aeropuerto a la vista como referencia y ya no lo veía, pero sabía en que marcación estaba. Algo muy similar a lo que le pasó a Hans, excepto que no me nevó y que tantos años en la mar siempre te mantienen alerta con respecto a tu rumbo, a tu distancia y el tiempo, lo que me permitió la referencia geográfica. Un loop y las gravedades me hicieron perder la vista momentáneamente, por la falta de sangre en el cerebro, pero nada, sabemos que eso nos ocurre y vuelta al aeropuerto con la satisfacción de haber volado una verdadera máquina de combate, probada durante el conflicto más grande de la humanidad, que belleza, que diseño, que avance para ser un avión de los cuarenta del siglo pasado.

            Estaba transpirado, el tiempo en el aire como me dice mi instructor, es diferente y es una verdadera prueba física y psíquica hacerlo.

            Todo lo anterior ocurrió en el simulador de vuelo, de realidad virtual de mi querido colega el coronel Alberto Lovera y los dolores en mi cuello, el sudor de mi camisa, las piernas temblorosas del esfuerzo gravitacional demuestran que, sin moverme del sitio, mi cerebro fue engañado. Lo mismo puede ocurrir para bien o para mal, solo un proceso neurolingüístico apropiado puede hacerte volar hacia el éxito o al fondo de la mar de tu negligencia.

            Gracias Alberto, tus gentilezas siempre me asombran y confieso que fue esta una eximia experiencia aeronaval.

Bernardo Jurado es un capitán de navío retirado.

juradopublishing@yahoo.com

 

           

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