AL QUE LE
GUSTA LO MALO
Con
impresión leo en el Nuevo Herald de Miami, que un grupo de jóvenes cubano
americanos, herederos de los dolores de sus abuelos que lo perdieron todo menos
la dignidad al salir de Cuba en 1960, opinan que aquello no es tan malo. Creo
evidente que tienen razón, no es tan malo cuando se vive en California o en
Florida, creo que no es tan malo, cuando el problema no es conseguir papel higiénico
porque en el hotel pagado desde aquí va incluido y creo que no es tan malo,
cuando desde la libertad puedes dar tu opinión sin que te metan preso… ¡por eso
no es tan malo!
Sus
abuelos supieron muy bien de los amigos fusilados y entendieron perfectamente
lo que es el desprendimiento, el perderlo todo, inclusive los afectos,
saborearon un Diciembre sin familia y se fueron mimetizando tanto que a ellos-
los nietos- Cuba no les parece tan malo, hablan poco español y van vestidos
como todos aquí, pero como extraños allá. Desde el vidrio de sus lentes de sol
Ray Ban, no se ve tan malo y las personas hasta sonríen, beben el cómico
brebaje que llaman “chispa de tren” que a todos los pone “hipper” una
interesante manera de ver la vida desde el hotel para los americanos como
ellos.
Yo
creo, sin el más mínimo ánimo de ofender a nadie, que Cuba es muy bueno para
quien no vive allí, creo que el comunismo es excelente para aquellos que le
miran como quien va a un zoológico a ver a las bestias salvajes que no me
atrevería a enfrentar en las sabanas africanas sin que exista al menos una reja
electrificada de por medio, así es Cuba y los incautos que jamás han dormido
sin aire acondicionado ni comido el spam ruso que por años alimentó a
generaciones de aquella temible época del periodo especial.
Las
jineteras, muchachas que parecen alegres, son vistas como tal, porque es que
tienen que estar alegres a la fuerza, ese es su trabajo porque si no ningún
turista se le acercará si realmente ponen la cara de desasosiego que implica
vender la tristeza por un amor a primera “visa”, porque ese es el sueño de la
juventud cubana, venir a lo que llaman la “Yuma” y olvidarse de la felicidad
que los de aquí ven allá.
Aquella
cubanía de los sesenta nada se parece a los de ahora. Sus arraigos han muerto
como los asesinados por el Che Guevara y los que aun los mantienen vivos los
guardan detrás de las rejas de muchos años de prisión por pensar diferente, por
tener una conciencia que no se le parece al régimen.
¿Qué
no les parece tan malo? Pues pueden mudarse cuando quieran a disfrutar de la
igualdad, de la salud y el deporte revolucionario.
En
la Rusia soviética se burlaban de las construcciones de aquellos infames
bloques de concreto donde vivía la gente normal y aseguraban que eran muy
buenos porque estaban hechos de micro hormigón, si, un material usado en todo
régimen comunista cuya composición química era de ochenta por ciento de
micrófonos y veinte por ciento de hormigón. Todos eran investigados, todos eran
sospechosos y todos eran culpables.
Cuando
cae el muro de Berlín se encontraron las dos alemanias, las dos culturas, las
dos maneras de pensar, una retardada en el tiempo, castrada y lejana, callada y
pobre y la otra alegre de verdad, próspera y amable.
El
mensaje para estos jóvenes que reseña la nota de prensa es que “para quien le
gusta lo malo, el comunismo está muy bien”
Excelenete recordarle a esos nuevos jovenes cubanos lo que vivieron y viven sus coterraneos. Es la mente fragil y vaga de los jovenes que olvidaron la historia, porque nunca la estudiaron. No se dan cuenta que ofenden la memoria de sus abuelos.
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