EL SLOPPY’S JOE’S DE LA HABANA

Después de una tormentosa semana de guiones de televisión donde si bien es cierto el escribir para mi es algo encantador, el escribir guiones es como bailar con una hermana, porque la imaginación no puede irse a ningún otro lado del que pauta la trama. En Estados Unidos, me decía un escritor amigo, hacemos todo grande. Las ciudades, las carreteras, las autopistas no son tales, porque son highways de seis u ocho canales, planificadas de acuerdo al crecimiento demográfico para los próximos quinientos años de evolución humana y yo tengo tres días acordándome de él, porque el virus de la gripe, de acuerdo a algunos profetas del desastre ha mutado y ha asesinado a más de 40 personas y yo me sigo acordando de él, porque tengo tres días de fiebre, dolor de cabeza, de alma, de pelo, de piel y de cualquier otra cosa que a Ud. se le ocurra, a mí me ha dolido en esta incubación terrible del FLU. Con esa palabra FLU, describen a este mal en estas latitudes y para cualquier venezolano de Chacao, tener un FLU es un traje de la marca Rori o tal vez Monte Cristo, que usé a montones para ir a las fiestas de la mini teca Sandy Lane, cuando la talla de la cintura y mi edad de 28 años eran iguales, en el club Los Cortijos. Días de temblor y sudor, de fiebre y esgrima, golpean mi manoseado cuerpo. Los antibióticos, antiestamínicos, anti de todo, nada logran en la batalla con la infección y lo único que me ha gustado es el hecho de trabajar desde mi cama, creo que es un gran trabajo y probablemente aplique esa técnica cuando la flojera diaria me ataque sin mesura. Trabajando allí, en mi oficina, llena de almohadas, termómetros y cuidados extremos, pude ver las noticias como si se tratara de una fuerza sobrenatural, que me indicó: “deja de escribir y pon a los culpables “y me conseguí con la grasienta cara de Iris Varela, diciendo que la culpa de los muertos en la cárcel no es de ella, no es de Chávez, ni de Maduro, Villegas no estaba por todo eso y los Gobernadores los domingos no trabajan igual que yo y que los culpables son los malvados, faltos de ética y maledicentes roedores de la información que trabajan en Globovisión. Yo insisto que su pensamiento delincuencial y poco humano, que ha jugado con la dignidad de todos, incluyendo a esos infelices, terminará con ellos más temprano que tarde y ¿quieren saber porque?, porque nadie se niega por mucho tiempo a la concordia, al amor y a la prosperidad, el humano no quiere ver lo feo, pero debemos entenderlos porque para quienes les gusta lo malo, la revolución es excelente. Hay un bar famoso por los tragos de Erroll Flin y Ernest Heminway, que la revolución del resentimiento ordenó cerrar en 1965 y allí en el Sloppy Joe’s se armaban tertulias encantadoras de pensadores trajeados de verano. Antropólogos citadinos lo reconstruyen porque el humano quiere lo bueno del pasado porque ya lo conoce sin darse cuenta, que en el futuro está la prosperidad de los que actúan de buena fe y de acuerdo a la ley.