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Sunday, January 6, 2013

EL GRITO DE DIOS

Mi maestro, me mandó desde Caracas, al menos, media docena de libros escogidos por él y comencé a bebérmelos uno a uno. Leía en el momento a Jean Paul Sartre y volvía al recurrente pensamiento que los franceses son encantadora y absolutamente complicados, densos y siempre buscan la quinta pata al gato y complican la cosa de una manera tal, que solo hace falta abrir el capot de un vehículo Peugeot, para comprender lo que ahora les ilustro y en este ramplón ejemplo, Dios me gritó y levanté mi teléfono y llamé al Padre Israel, para preguntarle si hacían en la parroquia retiros espirituales y buscar allí la vena perdida de la inspiración, porque siempre he tenido amigos curas y les considero cultos, preparados y humanos y tenemos crecedoras conversaciones, en esa suerte de imitar a los franceses buscando la lógica a la divinidad y resulta que no existe lógica alguna y he llegado a la terrible conclusión que mejor es dejar las cosas así y pensar que todo es un milagro. El retiro del camino de Emaús, solo ocurre dos veces al ano y al llamar a Israel, faltaba tan solo una semana para el próximo. Emaús es un poblado que queda a unos once kilómetros de Jerusalén, en lo que actualmente sería Palestina y se hizo famoso al ser nombrado en las sagradas escrituras en Lucas 14, por cuanto fue allí donde Jesús se les presentó a dos de sus discípulos tres días después de su muerte física y ellos no pudieron reconocerle, ¡como me pasa a mí en cada milagro de la vida! Realmente me rencontré y aprendí que lo que busco lo tengo dentro y que el deber es sacarlo para el provecho de otros que puedan escuchar los susurros o tal vez los gritos que Dios nos da y entendamos que solo las mentes dispuestas pueden entender de la victoria de este combate espiritual. Con esta cara de pecador, infiero que muchos no podrán creer lo que ahora escribo, pero aun no ha amanecido en este día de reyes y él me ha levantado e inyectó la insomnia creativa que hace que él escriba por mí. Pedro Mendoza, mi querido amigo y colega del retiro y las luchas políticas (en ese orden), me prestó su libro “Conversaciones con Dios” de Neale Donald Walsh y allí he conseguido explicaciones a lo inexplicable, pero es que la vida es tan corta que no tiene sentido entenderla, sino vivirla minuto a minuto, con sonrisas, con desparpajo, con sorna hacia nuestros errores y con bondad hacia los estúpidos, porque nos tienen rodeados y solo nos queda convivir con ellos sin intentar persuadirlos, porque al final creo que me divierten y porque no quiero hacer nada mas que divertirme sin llegar a la ludopatía, de hecho no creo que nadie tan aburrido como yo, pueda ser ludópata. Hugo Chávez morirá, como todos, pero su arrogancia no le permite entender que sus ciclos se cierran. Francisco Franco, también se creyó inmortal y resulta que solo hace falta el mal vivir, para ya estar muerto… ¡preste atención a los gritos de Dios!

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