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Friday, April 13, 2012

CUANDO SE MUERE UN SANTO

CUANDO SE MUERE UN SANTO Entré al templo por la puerta principal y era miércoles, estábamos los dos solos. El sentado en primera fila, con su sotana y su rosario negro contando cuentas en Aves Marías y misterios Gloriosos y yo viéndolo como quien lo hace con una deidad. No le interrumpí para no opacar la fuerza de la oración ni dañar la magia y el poder benéfico, hacia alguno o muchos de sus feligreses. Su devoción era tal, que parecía en éxtasis y todo era silencio y paz. En aquella paradoja y en el abuso del que fueron objeto algunos cubanos posteriores al Mariel, se alzaron en armas en aquella cárcel de Atlanta, la revuelta tenía ya dos días de destrozos y le llamaron. Era joven en aquellos tiempos y entró al recinto a su propio riesgo, cuando el grupo SWAT, estaba listo para actuar, pero el entró con un grupo de mayor poder, su reciedumbre, su convicción y todos los Santos que le apoyaban y solo les dijo a los violentos, que no podían esperar libertad, si ellos a la vez no liberaban a los rehenes, que entregaran sus armas y rezarían juntos un Padre Nuestro. Uno a uno se fueron acercando, dejando a su derredor las armas blancas rudimentarias y propias de presos. El líder se postró ante él y todos a su orden se tomaron de las manos y oraron, hasta que entró la policía y se entregaron como corderos mansos. ¡Nadie podía creerlo! Antes de esto, fue sacado con su nueva sotana y sus recientes votos y unos escasos veintitantos anos, en un barco desde la Habana comunista y llegó a estas costas y su iglesia era un tráiler y no sabía restar, solo multiplicaba en feligreses y construyó la Ermita de la Virgen de la Caridad del Cobre y yo le conocí en ese templo de amor y de dolor. Allí estuve con Papá, la última vez que le vi, allí le lloré y le sigo orando a su alma buena. El jardinero de la Iglesia de la Caridad del Cobre en la Habana, era su Padre y él trabajó como maestro adjunto, siendo estudiante, para pagarse sus estudios de Dios y lo logró y a todos quiso y a todos inspiró con esa potente voz y sus notables capacidades de orador. El Monseñor Agustín Román, falleció también un miércoles y con él se apaga una vela del camino. Hoy fui a nuestra Iglesia a presentar mis respetos a su santa conducta y me costó entrar y arrodillarme frente a su cadáver. La policía de la ciudad, intervino para poner orden a la congestión de dolidos feligreses, no cabíamos todos, no había donde estacionar y su cara era un poema idílico de paz y de la cordura que tanto se ausenta. La vida es un paso efímero que no sabemos leer en el mapa de nuestro objetivo y perdemos brillantes oportunidades de premiarnos con el bien a los demás. Otros, ignorantes de lo predicho no recuerdan al Cesar, quien se hacía repetir: “Cesar, toda gloria es pasajera”. Hugo Chávez también morirá y nadie recordará su alma, solo las acciones del poder que le otorgó una gloria terrenal tan pasajera, como su absurdo odio a la concordia y a la nobleza.

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