¿POR QUÈ VIVES
EN PARÍS?
Mantente escribiendo, dice Ernest
Hemingway en su decálogo del escritor y por ello, me mantengo en este ejercicio
de vivir lo que escribo y no al revés.
Bien armado con una botella de
Chianti y otra del champagne de la que toma mi Doris, llegamos al exclusivo edificio
en Brickell donde el Valet parking abrió nuestras puertas y tomó mi vehículo con
esa amabilidad y eficiencia propia del sitio.
En el bello apartamento, más cercano
del cielo que de la tierra, decorado con un especial gusto moderno, pero con la
calidez propia de sus anfitriones, nos presentaron a aquellos a los que aún no conocíamos
y por elemental y probablemente excluyente selección darwiniana, me presentaron
al maestro.
No había terminado de darle la mano
cuando alguien desenfundó con habilidad, un escocés con soda y mucho hielo y me
senté en la mesa, donde se dio una de las más insignes conversaciones, sin
receso, sin cortes comerciales, sin interrupciones y el maestro me paseó por
sus obras y por las de otros, nos ilustró sobre sus experiencias europeas, caraqueñas
y barquisimetanas, habló del impresionismo y yo era el primer impresionado y
otro whisky y un tercero y también de su libro.
Con saña, con desenfado, con total y absoluta maldad, criticamos a los críticos, tanto literarios como plásticos y le hablé de mi escrito que se encuentra publicado en este espacio titulado ‘‘El pérfido crítico’’ y recordamos a George Bernard Shaw hablando de maldades con humor y en mi mente preparaba la andanada de preguntas, porque estos encuentros no son normales.
Yo no sabía quién era el maestro,
probablemente aun no lo sepa, pero los efluvios del alcohol ayudan a que le llamara
Carlos y él a mi, Bernardo y le pregunté algo que no contestó: -¿Por qué todos te
llaman maestro? ¿Qué enseñas tú?, -así es la ignorancia, atrevida y audaz, con
frecuencia irrespetuosa y chavista, que es decir lo mismo.
El humor de la inteligencia hizo
presencia y la muerte también junto con el pensamiento de Epicteto y el ‘’momentum
moris’’.
-Deberíamos ir a Escocia, -me dijo invitándonos,
y Doris contestó inmediatamente un: -cuando ustedes quieran, pónganle fecha.
Ahora leo la obra de Dan Brown titulada ‘‘Origen’’ que se desarrolla en un museo en España, lleno de arte cinético y tecnología sobre el universo y sus misterios, pues bien, anoche conocí al escultor Carlos Medina quien ha decidido evolucionar hacia la interpretación y geometrización del universo, con intervenciones espaciales, estudios de luz y elementos imperceptibles.
- ¿Y por qué vives en París? -le
pregunté sin pudor.
-Porque París es una ilusión a veces, otras, es un paraíso donde mi mente crea y en oportunidades entiendo que es el sitio ideal para que viva un artista y en mi mente -pensé en la obra de Hemingway ‘‘París era una fiesta’’, recordé a Gertrude Stein, porque creo poder agregar que es en París donde probablemente viva con comodidad el mundo paralelo de los creadores.
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