ME CONSEGUÍ UNA PISTOLA
Y bajé la escala hacia el sollado número 2, donde se alojaban los oficiales recién graduados y recién llegados a bordo.
Confieso que el local estaba impecable, todo
en su sitio, hasta que algo me hizo llevar mi vista a la litera superior, para
conseguir una pistola Browning de 9 milímetros, la tomé y acto seguido fui a
hablar con el Segundo Comandante quien me preguntó de quien era y por supuesto
yo no lo sabía, pero que estaba seguro de que el dueño aparecería si no fallecía
antes de un infarto y ambos reímos. Yo estaba de jefe de la guardia de la
Fragata García F-26, un buque recio y profesional, fue mi casa por nueve años y
fue un gran tiempo de mi vida y de nuestra tripulación.
Estimando una hora después apareció el dueño:
pálido, nervioso, asustado por decir lo menos y me informó que alguien había
tomado la pistola de su litera cuando fue "un momentico" a orinar y
yo tan solo le di el pésame, también le informé que todos sus esfuerzos
profesionales en la Escuela Naval, se habían ido al garete por "el
momentico" en que descuidó su arma de reglamento.
Todo esto lo cuento por aquello que escribió
Fiodor Dostoyevski: "el hombre se complace en enumerar sus
pesares, pero no en enumerar sus alegrías" y al saber este error, pues lo
enmiendo de la mejor manera posible, con la amistad y el aprecio. Sí,
ciertamente fue un momento de pesar para el Alférez de Navío quien hasta hoy
sigue siendo mi amigo muy cercano, pero debo reconocer con maldad, que fue un
momento de diversión haber dado aquella inolvidable y satánica lección entre el
segundo comandante y yo. Le devolvimos su pistola seis horas después, no lo
sancionamos por estar persuadidos que la lección había sido suficiente y
pasamos a estar en su memoria por siempre.
Esta persona del que les hablaré es ecuánime,
es amable y con un excelente sentido del humor y con una inteligencia superior.
Rogelio Enudio Matos, nuestro segundo comandante, oficial ejecutivo de férrea disciplina,
pero matizado con cristiana humanidad, fue un remanso en la tormenta que hasta
yo provocaba por mí, a veces agrio y hosco carácter. A todos sin excepción nos
llevaba al centro, por las buenas o por las malas, pero al equilibrio que es
donde está la sabiduría. Allí nació el primer escalón: le conocí, le admiré y
le aprecié, en ese orden y todo lo anterior continúa incólume luego de unas
tres décadas.
Como la maldad requiere de cierta
inteligencia, pues ya podrán sacar sus cuentas, porque él era un Capitán de
Fragata y yo un joven Teniente de Navío, de forma que le veía como un
venerable y sabio anciano, pues bien, insisto, la maldad siempre se devuelve y
ahora me siento tener la misma edad que Rogelio, al menos hablamos como buenos
amigos que somos, nos reímos y nos bufamos de ese pasado grato e insomne a
bordo.
Recibe amigo querido y admirado, nuestro
fraterno abrazo y mejores deseos en el día de tu cumpleaños.
Feliz cumpleaños a quien también fue mi Segundo Comandante en la F26 el CN Rogelio Enudio Matos.
ReplyDelete