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Sunday, July 9, 2023

EL DESFALCO A LA AUTORIDAD

 

EL DESFALCO A LA AUTORIDAD

Eran mediados de los noventa y fui a visitar a la Escuela Superior de Guerra Naval, a mi buen amigo y comandante el CN Virgilio Reyes Pineda, cuyo liderazgo nos inspiraba y  quien, como siempre, me regaló un tesoro en blanco y negro titulado “Tratado de la autoridad”, libro que leía con frecuencia, consultaba con denuedo y que alineaba mis inquietudes revueltas. Este tratado hablaba de dos autoridades, la ontológica que es aquella impuesta, heredada de otro hombre, que imponía a la sociedad un título y la otra la epistemológica, lo estudiado, lo aprendido con la experiencia laboral, lo sabido que decía a esa misma sociedad que tus talentos tenían una experticia.

En el Méjico del siglo XIX hubo más Generales que soldados, en la República Dominicana de Rafael Leónidas Trujillo, llegaron a haber doscientos veintiocho Generales y en la Venezuela actual, todos sabemos que un General es un coronel políticamente alineado al régimen y podemos contarlos en más de 2500 generales y almirantes.

Me solicita amistad en mi Facebook un respetable señor un poco pasado de edad, para ser un oficial efectivo con el grado de Capitán de Navío, uniformado de manera poco elegante y cuya cara no recuerdo y por supuesto le hice la muy común pregunta de ¿a cuál promoción de la Escuela Naval pertenecía?, mientras recordaba a mis profesores de análisis matemático, circuitos eléctricos, termodinámica, mecánica de los fluidos, sistemas automáticos de control, navegación, electrónica, corrosión, barrido de minas acústicas y magnéticas, táctica, armamento, derecho marítimo internacional, maniobras de buques, operaciones navales, guerra electrónica, guerra de superficie, guerra antisubmarina, control aéreo y por mi mente pasaron los nombres de Mateo Russo, el maestro Vargas, mi querido amigo el Profesor Nahmens Cuevas, el Almirante Domínguez García y la imagen de aquel loco Capitán de Fragata que a la vez era ingeniero nuclear, que creía que todos éramos unos genios como él.

La respuesta no se hizo esperar y con mucho respeto me contestó que él es un oficial técnico que sirvió bajo el mando de mi padre y yo pensé: ¿Es un oficial? ¿Es un técnico? Para ser oficial requiere de haber estudiado en la Escuela Naval y haber hecho una larga y sacrificada carrera y para ser técnico requiere haber estudiado en una escuela técnica, seguramente la segunda se cumplió, la verdad es que no me interesa, pero para ser Capitán de Navío, grado naval de suma importancia y prestigio se requiere un poco más que el hecho de que Hugo Chávez, el destructor, el terminator tropical, el depredador de todo lo decente, lo haya ordenado y seguí recordando mis dieciocho años a bordo de unidades de línea, mis cuatro Comandos de buques de Guerra, mis ausencias y trasnochos, mis estudios de postgrado en otras cuatro universidades, mis libros y el honor naval con el que me criaron y llegué a la conclusión, que el obeso Capitán de mentira, no tiene la culpa, porque el orgullo que yo siento por mi grado militar, no lo siente él por el de sargento o suboficial. He decidido aceptar su amistad, no soy yo quien le juzga, solo él es una víctima viviente, del desfalco a la autoridad.

Bernardo Jurado es Capitán de Navío, retirado.

juradopublishing@yahoo.com

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