LA CIENCIA DE LA FELICIDAD
Él comenzó con ocho alumnos y se le
fueron dos, de manera que su clase la constituían seis y las impartía en
Massachusetts Hall, Cambridge MA 02138, o sea, las instalaciones de la
universidad privada más antigua de los Estados Unidos, fundada en 1636 y cuyo
capital social es de $39.000 millones, con ingresos de $5.200 millones y 4671
profesores para un plantel estudiantil de 22.000 estudiantes de pre y post
grado, de forma que esta clase era un verdadero gasto, seguramente poco
apetecible, nada apropiado, tampoco era rentable y además desconocida, una
cátedra de la ciencia de la felicidad, ¿qué locura es esta?
El profesor Tal Ben Sahar, psicólogo
de profesión y profesor de esta universidad localizada en la anterior dirección
y conocida como Universidad de Harvard, creía en lo que hacía y con sus seis
alumnos estudiaron esta ciencia de ser felices y ahora da clases a unos 1.400
alumnos en una suerte de anfiteatro en madera que parece más bien algo creado
para él.
Llegó a la conclusión que no siempre
debemos estar felices, además las redes sociales nos hacen pensar que hay
personas que son así y no es cierto. La sociedad está llena de deprimidos
porque no saben entender que deben perdonarse y entender que es lícito estar
sin humor, estar desganado, estar tristes y miren que digo estar y no ser, pero
todo, como siempre, depende de ustedes y ha determinado seis claves para
cambiar las polaridades a nuestro favor y allí voy:
La primera es el optimismo y ahora
mismo leo y releo una obra encantadora escrita por Napoleón Hill y W. Clement
Stone al respecto y por supuesto la recomiendo ampliamente, porque está llena
de historias, de testimonios y de fracasos que a todos enseñarán.
El segundo punto del maestro Sahar es
la resiliencia y allí les va el concepto: "La resiliencia es el proceso de
adaptarse bien a la adversidad".
La tercera es evitar la procrastinación, hazlo ahora y
sin dilación.
La cuarta es socializar, porque se ha
comprobado que quien no socializa envejece aceleradamente y envejecer es
acelerar la desaparición, de forma que teniendo relaciones humanas crecedoras,
se es más feliz.
La quinta es el agradecimiento,
porque es allí donde conseguimos los milagros y esto de vivir con felicidad es
uno. Aquí quiero detenerme un poco, porque me temo que las generaciones
actuales, la llamada generación de cristal, consideran que todo lo merecen y
por ello sufren mucho. Infiero que permanentemente están buscando alguna razón para
ofenderse y reclamar y les garantizo entonces una auténtica, gigantesca,
inmanejable infelicidad, en cambio el ser agradecidos, hasta por lo que
consideran su legítimo derecho como la salud, como el respirar, ver u oír, sí,
derechos que no son legítimos, porque hay personas sin esos sentidos, el
agradecer les hará mejores y más felices.
Por último, el hacer ejercicios físicos,
la gran factoría de las hormonas felices y en lo que la literatura moderna ha
abundado hasta la saciedad.
Al final, es toda una decisión.
juradopublishing@yahoo.com
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