LOS DEL CLEMENTE LO HARÁN
Mi
ego se revolvía, yo no quería ir a ese buque viejo, yo era un fragatero de última
tecnología. Pensé que alguien quería perjudicarme pero estaba viejo para seguir
en el cargo de navegador y era muy joven para ser jefe de operaciones, de forma
que me mandaron al Clemente.
Yo pintaba unos treinta años y el buque pasaba de cuarenta y dos. Mi padre y mis tíos operaron esas unidades, pero el comandante era Gilberto Velásquez y el primer día ordenó que fuera yo quien sacara el buque de puerto y me enamoré por siempre de esa unidad.
Con
orgullo confieso que me convertí en la mano derecha de Gilberto y nuestras
conversaciones sobre libros, táctica, tecnología, siguen siendo memorables y
llevamos a Franco Rubartelli y su equipo a la isla de La Blanquilla quienes harían
un comercial para la Armada y descubrí que Gilberto hablaba italiano
perfectamente, porque hablar en inglés era normal.
Nuestro
jefe de armamento, mi fraterno compañero Víctor Araujo Martínez, fallecido ya,
era marabino y gaitero y diciembre se aproximaba mientras operábamos y armó el
conjunto de gaitas y practicaban navegando hasta que los escuchamos cantar una
compuesta por mi talentoso amigo cuyo estribillo decía: ‘’Los del Moran, los
del Clemente lo harán’’ en abierta analogía a la sana competencia con nuestro
buque hermano, pero llegó el 4 de febrero de 1992 y Gilberto estaba alegre,
infiero que con algunos copetines, celebraba y cantaba rancheras con su sombrero
mejicano y llegó Hugo Chávez y le canceló la fiesta y yo estaba de guardia y le
esperé un poco más allá de la media noche cuando llegó junto a todos los demás y
ya el bello Clemente, estaba listo para el combate y zarpamos, pero esa es otra
historia.
Veníamos
a nueve millas al norte de La Guaira y conseguimos a esos tres, un poco
borrachos aun, agarrados de su yate que estaba hundido casi totalmente de
manera vertical y le salvamos la vida, los vestimos, los atendimos y también hundimos
la embarcación porque no se podía remolcar y luego intentaron demandarnos por
ello, pero esa también es otra historia y descubrimos una caja de madera de
pino en un pañol de la base naval, una caja donde cabría un carro y allí estaba,
el santo grial, una antena de radar aéreo y nos la robamos, sí, somos ladrones
de antenas aéreas, porque una de radar de tiro la roba cualquiera y le
ahorramos a la Marina $6.000.000 que era lo que cobraban los italianos, por
hacer ese trabajo de cuidadosa labor técnica.
Gilberto
y yo seguimos siendo amigos y espero que no lea este escrito donde le tuteo,
pero es que le aprecio y admiro mucho y han pasado más años de los que puedo
contar y tenemos en común un universo de historias y aventuras juntos a bordo.
El Comandante Gilberto Velásquez Sibila, maestro y fraterno, está de cumpleaños
hoy y de alguna forma él me enseñó que los buques son seres tan vivos como
quienes los tripulan.
Feliz
cumpleaños amigo querido.
juradogrupoeditorial@gmail. com
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