SOCIEDADES REPTANTES.
Luego de torturarle, maltratarle y
burlarse de él, le llevaban a la celda. Tirado boca abajo en el piso, el
carcelero se bajaba la bragueta y orinaba sobre la cabeza del desdichado.
El presidente de la nación decidió intempestivamente
detener la caravana presidencial, para comer en un humilde restaurant al borde
de la carretera. Todos bajaron de los vehículos. Los edecanes y personal de
seguridad, tomaron sus puestos ante tamaña indiscreción del primer mandatario.
Se sentaron y el presidente pidió le
dejaran la silla a su derecha vacía y acto seguido invitó a sentarse a su
diestra a un ciudadano que se encontraba en el lugar y que mostraba síntomas inequívocos
de nerviosismo, tal vez de miedo, de minusvalía. Le temblaban las manos cada
vez que llevaba un bocado, no mantenía la mirada con nadie de la escolta, no
hablaba, estaba evidentemente acobardado, incómodo. Su pantalón mostraba con
aplastante evidencia, que había perdido control parcial de sus esfínteres urinarios.
En la limusina, la secretaria privada
le preguntó quien era el ciudadano y Madiva, sobrenombre africano que le
atribuyeron a Nelson Mandela, le contestó que era su carcelero por veintidós largos
y tortuosos años.
Probablemente estos piensen que nunca
se irán del poder. Probablemente estos reptiles aseguran en sus enfermas
psiquis, que podrán seguir orinando sobre nuestras cabezas. Probablemente, los
insectos piensan que podrán tener la misma suerte del carcelero de Madiva, que serán
perdonados, que podrán tener una vida tranquila, que tal vez puedan caminar por
las calles sin guardaespaldas, sin que les reconozcan, que podrán disfrutar de
los dineros robados que ellos arguyen que los han trabajado para la revolución,
la cual es la madre de la sociedad reptante, pues no, no será así, al menos eso
espero yo, pero en ese país del pobrecito, probablemente puedan tener suerte y las
leyes que las acomodan puedan permitírselo, pero estimados lectores, esto que
sucede en Venezuela, debe servir para algo, de eso si estoy seguro, porque si
no, repetiremos la oscura y tenebrosa historia.
Cuando esto termine y caiga por la
ley de gravedad, debemos entender que la ley está por encima de todos.
Me contaba el comisario Víctor Amram, que alguna
vez consiguió en el vehículo de un famoso comediante ya fallecido, más cocaína de
la que podía consumir y por supuesto lo metió preso. El comediante de nombre
José, tenía una presentación donde asistiría el ministro de relaciones
interiores y el ético comisario recibió una llamada del ministro para que lo
pusiera en libertad. Cuando el país resucite, el próximo preso deberá ser el
ministro que viole la ley y que obligue a los honestos a violarla, porque de lo
contrario, seguiremos en la misma reptante sociedad.
Tenemos presos políticos que nada han
hecho. Tenemos muertos ejecutados por funcionarios de la ley, en un sistema que
no tiene pena de muerte y tenemos a los peores, aquellos que están de acuerdo, para mantener la oscura cuota de supervivencia en el albañal de su
vida.
juradopublishing@yahoo.com
Mi querido Bernardo, usted es brilliante es un honor trabajar contigo. EXCELLENTE...!!
ReplyDeleteexcelente muy a la medida
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