UNA MÁQUINA
CON ALMA
Como
bien saben las personas que me conocen, una de las cosas que hago es ver
siempre por el parabrisas y en ocasiones y por seguridad, por el retrovisor de
mi vida.
Tomando
café, salieron a relucir mis escritos, entre dos de mis colegas de la marina,
pero especialmente uno de ellos, me dijo que siempre escribía de mi pasado y me
temo que fue un poco injusto conmigo,
por varias razones, que de ninguna manera me ofenden, no señor y déjenme mostrarle
este ángulo que es el que me mueve: el haber tenido un pasado divertido,
profesional y honorable, no implica que viva anclado en él, de ninguna manera,
pero esto tampoco indica, que ese libro de la vida no sea manoseado y releído en
oportunidades, con la firme intención de recordar de dónde venimos, donde nos
encontramos y hacia dónde vamos.
Ya no soy ni deseo ser el mismo, porque he leído más, trabajo en otras cosas, soy más católico, aunque el sexo siga siendo una muy divertida prioridad y vivo en un país anglosajón, pero a lo que vamos, que ya no tengo mucho tiempo (otra de las razones para no anclarse en el pasado). Cada vez que salgo a navegar a vela, le permito a los elementos jugar conmigo, ya no me opongo, le dejo, le observo, lo siento, como tal vez hago con mi propia vida, con el barco de mi vida y tenso la driza y aprovecho el tiempo.
Veamos
un momento por el retrovisor: hace ya más de una década era el Comandante de un
buque encantador, con una tripulación de arrojados marineros, donde todos sumábamos
nuestros miedos como alguna vez lo dijo Churchill y llegamos a Maracaibo y el
infame viento me sacaba del muelle y yo le forzaba con las máquinas, intentaba
atracarlo a como diera lugar por el costado de babor, hasta que ordené parar la maniobra y le grité, sabiendo
que son máquinas con alma “!haz lo que quieras!” visiblemente disgustado y me
hizo caso. La maniobra de atraque por el otro costado fue sumamente sencilla,
el viento mermó y todo fue como él quiso.
Podrán
mis colegas acusarme de mal maniobrista, cosa que a esta altura viendo por el
parabrisas, me tiene sin cuidado también, pero bien sabrán que no hay ningún
buque igual a otro, porque sus almas son diferentes.
Hay
buques con mala suerte, como otros alegres, unos pocos disciplinarios y odiados
por sus propios marineros, pero el mío, era uno divertido, disciplinado,
eficiente y amable.
Esto
es tan cierto que pueden buscar por el mundo a otro buque con el nombre “Titanic”
y no lo conseguirán, porque esa es un alma en pena, dolorida y que marcó la
historia de las almas en la mar.
¿Qué
si escribo de mi pasado?, ¿cómo no voy a hacerlo? si me encanta leer las páginas
de ese libro que yo mismo escribí y además yo soy el actual resultado de lo que
he vivido.
¡Los
buques tienen almas! Y yo también.
Querido y admirado Bernardo. En una ocasiòn un segundo comandante "mas malo que un tetero piche" y cuyo apodo lo confirmaba, me tratò de pontificar (incluso por escrito que conservo) y me dijo que eso de hablar de uno mismo, que en esencia es hablar de nuestro pasado, era egotismo (claro, porque no hablaba acerca de su pasado que no me atraía ni admiraba. Mas bien despreciaba) y yo, al leer tu escrito que me redimo y me dan ganas de abarloarme a tu bordo y disfrutar de tus experiencias tan bien escritas que resultan un bàlsamo para heridas en nuestro casco, que no afectan nuestra flotabilidad y que le agregan carácter a nuestra nave, como aquella de MARINO RUMBOS. Gracias por tu nueva consulta de psicoanalista literario. ¿A nombre de quièn escribo la factura?. jajajaja
ReplyDeleteNota obligada: Todos hablamos de nuestro pasado, porque es el que mejor conocemos. Unos fastidiamos y otros, como tù, agradan a la gente con sus experiencias y hasta enseñan y curan o guían a otros.
Saludos mi admirado y estiamdo amigo ...Junior, hoy calafateaste mi alma...y Eddy le puso mas sellador...a ese casco en V de mi vida para seguir con mas animos a lo que den mis máquinas de la vida..que pases bien estos tiempos de festividades para muchos, y muy negados a quienes permanecemos aquí...entre otras cosas...la palabra MILES. salio del argot, coloquial o no, del venezolano..
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