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Thursday, August 28, 2014

BIENVENIDOS A MIAMI

Llegué a la oficina de mi abogado, que también es mi amigo. Un americano hijo de cubanos, de gran humor y mayor preparación en leyes y con un impecable y admirable record de éxitos en ayudar a la gente a prosperar. La secretaria me informa que aún estaba atendiendo unos clientes y decidí esperar por él para tomar mi café. William salió a los cinco minutos y me presentó a la pareja, no sin antes decirme que eran venezolanos como yo y que estaban recién llegados. Sus caras de incertidumbre me impresionaron y con sonrisa forzada me saludaron sin mucho afecto y yo los comprendo, porque ellos decidieron la aventura muy dura del exilio y tomaron el camino del desprendimiento de los afectos terrenales y es que vivimos aun en la tierra y en ella nos desarrollamos. Honorato de Balzac, mi admirado autor de Papá Goriot escribió algo lapidario: “La resignación es un suicidio cotidiano” y mientras el abogado daba las instrucciones sobre el papeleo que se debía llenar para el expediente, ambos paisanos guardaban un silencio bíblico y como he aprendido a lidiar con las caras, con esa cinesia que a todos nos acusa, me acordé de mis miedos en aquella época del empezar contra un monstruo patibulario al que he podido vencer, porque la duda sobre nuestras capacidades siempre nos asalta ante cualquier nuevo y nunca experimentado exilio y ellos decidieron no resignarse. El abogado me presentó como si yo fuera uno de sus éxitos y es que realmente lo soy y al terminar las instrucciones me despedí y tan solo pude articular una frase desde la sinceridad y la piedad: “bienvenidos a Miami, la tierra de lo posible y donde hay oportunidades para todos” Mis paisanos son de Puerto Ordaz y tienen la suerte de estar en manos del abogado correcto, no solo por sus procederes sino por su capacidad. Les esperan años difíciles pero que luego al igual que yo, recordarán como un gran aprendizaje, si y solo si, tienen la actitud correcta, porque aquí también estamos preñados de historias de compatriotas derrotados y devueltos al hueco de donde nunca han debido de haber salido. El trabajo duro pagará su calidad de vida y por lo tanto deberán dejar y olvidar indefectiblemente sus vicios, los puentes, los feriados bancarios, los días de asueto, las fiestas nacionales y demás pendejadas tercermundistas, que lo que han logrado es detener el aparato productivo de nuestro país de origen y por ende también la economía, inclusive la doméstica. Parecen buenas personas, su fenotipia los acusa de humildes y con gran probabilidad tendrán éxito en estas benditas playas, porque como bien lo dijera el filósofo norteamericano Emerson: “Lo mejor es no colgar en la pared cuadros siniestros, ni hablar de cosas tristes” de manera que la invitación es a ver más allá del horizonte, sonar y reír, trabajar y producir y nunca olvidar que el capitalismo tiene sus falencias, pero hasta hoy es el mejor sistema inventado por el hombre, para el hombre, para su bienestar y el de la familia completa. Bienvenidos pues, queridos paisanos a la bella y siempre sonriente Miami.

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