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Friday, November 30, 2012
VICTORIA SECRETA
Ella me llama para informarme que había dejado exprofeso en la guantera de mi carro ese cupón especial de rebajas muy convenientes. Por la cercanía de mi oficina al mall, era yo presa fácil del favor indeseado, pero como lo dijera Schopenhauer, en le metafísica del amor: “…esto (el amor) es algo loco que hace a los cuerdos cometer locuras” y dejé todo, llegué al establecimiento, con mi traje y mi corbata y habían unas ochenta locas, contando al cajero, todas corrían, todas gritaban y el cajero me veía, me escrutaba, con esa indeterminada cara de sorpresa, asombro, desidia tal vez, la verdad es que no se cual era su cara, pero me veía y yo me sentía molesto, entre los tropiezos, los gritos y las emergencias de haber conseguido una pieza de tigra, otra del morado correcto, hasta que apareció la vendedora toda de negro como suelen estar, la detuve con un grito, todas callaron, el silencio se hizo presente y le exigí so pena de agredirla, que me atendiera.
Al ver el silencio y la actitud de las mujeres y el cajero a mi alrededor, no tuve otra opción que hacerme el fuerte y ordené con voz varonil: lléveme donde esta la oferta de las pantaletas de Victoria Secret. Por las caras y en vista de llevar anos leyendo los micros gestos, seguro estoy que más de una, pensó que esa exigencia era para complacer mis apetencias en ropa interior, pero ya no podía hacer mas nada. Todas seguían guardando silencio y resulta que la empleada, maltratada por mí, estaba junto aun inmenso estante de tres pisos que clasificaba los tamaños y me preguntó con toda su mala intención vengativa por lo demás: ¿y que tamaño le sirve a Ud.? ¡Ya era tarde!, todas esperaban mi respuesta, todas pensaban ¡y tan recio que se ve! El cajero hizo ese indescriptible gesto femenino y malicioso de “yo no me lo pierdo” y se tiró el pelambre a un lado, se tomó una cola de caballo y se dispuso a la burla. Riposté con una merecida respuesta: que sean hilo dental, (esa suerte de Sharon moderno de las filipinas, cuya poca tela va en una relación inversamente proporcional al precio) y todas sonrieron, inclusive el cajero. Pienso usarlas pero con el hilo hacia adelante y las carcajadas no se hicieron esperar, pero yo obtuve mi Victoria secreta, porque a esta altura de la vida ya no me preocupan el que dirán y yo también me reí a mandíbula batiente y por un momento odié a mi esposa y a la circunstancia.
La primera regla de seguridad de la C.I.A. reza lo siguiente: “la probabilidad de que un secreto se sepa es directamente proporcional al cuadrado de la cantidad de personas que ya lo saben” y por ello, cuento esta anécdota que no me perjudica en mi prestigio, al contrario, porque nadie podría creer que mi ropa interior pudiera ser así y no esos antiguos y poco atractivos pero cómodos y varoniles Hanes que uso desde que estaba en la Marina.
Hugo Chávez, se fue por decima primera vez este ano a la Habana, para buscar en su maltrecha salud física y mental una Victoria Secreta, que todos sabemos, no encontrará.
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