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Monday, October 1, 2012
INCENDIO A BORDO
De mis veintiún anos de Carrera naval, dieciséis fueron a bordo de buques de guerra, donde practicamos hasta la saciedad y de manera diaria, todas las formas de extinción de los cuatro tipos de incendio en todos los locales, asistidos o no, incluyendo los del helicóptero.
En esa parrillada de ayer, organizada por amigos periodistas, donde disfrutamos como es de suponer de la grata e inteligente conversación que siempre brindan las personas de los medios de comunicación, se encendió la grasa del recipiente contenedor, producto del descuido del dueño. Las mujeres gritaban, los hombres ya habían desenfundado sus teléfonos celulares para llamar al 911, otros blandían trapos de cocina, tratando de mitigar las llamas que ya salían por la pequeña chimenea, más bien pequeño respiradero, sobre la inmensa tapa de acero, pero las malas costumbres siempre están en el subconsciente, porque entrando a la casa, me percaté del extintor en el lateral de la casa contigua, puesto allí para el servicio de la cuadra. Corté el vector gas y las llamas seguían ardiendo, rogué porque el extintor estuviera lleno, como si viviera aun en Venezuela, entre gritos de pavor de los comensales, corrí al externo, rompí el vidrio con el pequeño martillo, su carga estaba en arco verde y apartando a la pequeña multitud que observaba impávida la escena, abrí la parrillera y con tan solo una detonación del polvo químico a la base del fuego (como me ensenaron), todo volvió a la normalidad, excepto por la chamuscada y ahora espolvoreada carne que no pudimos comer.
En Venezuela hay un incendio, un terrible incendio selectivo, que quema las malas costumbres del chavismo. Todos saben que tienen el extintor, pero este para variar está vacío, corren y gritan, sin resultado tratan de apagar con agua un incendio eléctrico, sin resultados tratan con gasolina de apagar la avalancha de candela que se aproxima y lo saben por el calor que emanan los gases de la libertad, que si bien es cierto no se ven, todos saben lo inflamables que pueden ser.
El terrible incendio de la refinería de Amuay no les bastó para aprender a extinguir incendios, tanto es así que replicaron la ignorancia en la refinería del Palito pocos días después y continúan acusando a la candela de la culpa del incendio y ahora tienen a todo el país en llamas y están a punto de decretar pérdida total en las instalaciones de la revolución. El fuego se ataca desde la base, cortando el triangulo equilátero del combustible, comburente o el carburante, pero ya es tarde, porque ese fuego alumbra no solo a Venezuela, sino mas allá de sus fronteras, como buen ejemplo de la dignidad de un pueblo de tradición libertaria, de un pueblo exportador de libertades. Los cuerpos al quemarse se reducen como es natural y ahora vemos a un PSUV reducido y lleno de las cenizas asfixiantes que no les permiten respirar.
Tienen un incendio a bordo y no saben nadar, de manera que lo único que ahora harán será ¡gritar!
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