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Saturday, July 20, 2019

EL TRIUNFO DE LA MALDAD


EL TRIUNFO DE LA MALDAD

            Triunfa con inusitada frecuencia, con facilidad pasmosa, con agilidad  inaudita y lo hace cuando los buenos o tal vez los que creemos buenos, le abren la puerta y le brindan asiento.

            En el museo del Louvre en París, que posee 35.000 obras expuestas. Museo que recibe desde 1793, cuando fue inaugurado, unos ocho millones de personas al año y allí en un salón especial solo para esa suerte de viacrucis personal ordenado por María de Medici, la segunda esposa de Enrique IV de Francia, está la última de ellas, la última obra al final de la galería y fue titulada así: “El triunfo de la maldad”, por aquella desavenencia de la intrigante reina con su heredero hijo, quien la mandó al carajo, con toda razón.

            Almacena al menos 300.000 obras en sus sótanos y especiales depósitos y está a pasos de los grandes e importantes edificios, como el Palacio real de París a tan solo trescientos metros o Los jardines de las Tullerías a quinientos cuarenta y nueve o la plaza Vendeme a ochocientos sesenta y un metros de distancia del Louvre.

            Paradójicamente y hablando de maldad, la pirámide invertida, construida en 1989 es toda de vidrio y posee exactamente 666 piezas, el número del diablo.

            Si, parece que la maldad fuera más eficiente, pero no lo es, jamás lo ha sido y en Venezuela, ahora que el ciclo de maldad y pavor se está cerrando, tal vez con cierta pupila zahorí, con equilibrios emocionales, con criterios pragmáticos, podemos observar que lo bueno siempre renace, porque esta subyacente, silencioso, apaciguado esperando el momento de alumbrar y disipar la oscuridad, la brujería, la prestidigitación y los ritos de esa parte que nadie desea, ni siquiera ellos.

            No obstante, la bondad necesita siempre nuestra colaboración, nuestra participación, así sea con el silencio de los sabios. Requiere de poner en uso los correctos criterios, basados en valores universales y dejarnos de ser más buenos que la bondad, saber decir que no a las influencias de satán, no dejarnos embaucar por los malvados corrompedores y por ende corrompidos, porque todo esto pasa por tres acertados pasos a saber: 1. Cese de la usurpación, 2. Gobierno de transición y 3. Elecciones libres.

¿Entonces a que vamos a dialogar en Oslo y a Barbados?, ¿será que los buenos por inocencia abren la puerta y le brindan asiento a la maldad? O por el contrario ¿los buenos no lo son tanto?

            Malas noticias: porque el ser inocente o pendejo, después de veinte años de asesinatos, violencia y saqueo, no nos excusa y fíjense bien que use “nos” donde me incluyo a seguirle el juego, porque en lo personal ya yo aprendí y nada tengo que hablar con los pillos, al contrario, con inusitada frecuencia me divierto pateándolos, desechándolos, evitándoles el juego social, avergonzándolos, denunciándolos y cerrando la puerta a su maldad.

            Venezuela se ha convertido en un país de pusilánimes, del pobrecito estructural, de la tontería humorística de las cosas más serias.

            La maldad solo triunfa, si lo permitimos.

 

Bernardo Jurado es el autor de “La fragancia de la rebelión” y ocho libros más, todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de Miami y del mundo.

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