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Wednesday, September 11, 2013

EL RUGIR DE LOS RATONES

Ya no tenemos dudas del uso de las armas químicas en la golpeada Siria. El dictador Assad ha hablado y fue una amenaza nada velada al mundo libre luego de asesinar a mas de mil cuatrocientas personas sin discriminación de sexo ni edades y los Estados unidos quien no se erige como policía del mundo bien necesita poner orden en la aldea global a la que pertenece por imperativo de la geografía llena de salvajes en todos los hemisferios. Bien sabido es que él no era el heredero deseado por su Padre y las circunstancias de la vida lo mantuvieron sin ningún motivo en el poder de un pueblo pobre y miserable, lleno de endemias y atrasos culturales siempre indeseados, mientras su esposa británica compra sin desparpajo y sin corazón a manos llenas, miles de zapatos para sus dos pies sirios y de quien se dice es aún más cruel que Assad, que ya es bastante decir. Por cierto, para este momento, su paradero se desconoce y esperemos que sea conseguida pronto, por ser cómplice abierta de las atrocidades de su marido. El ratón intenta rugir, pero es que los roedores no rugen y en ese intento de verse fuerte, un país se desangra y más de dos millones de personas huyen despavoridos de la inopia, la vulgaridad de la muerte por gases letales, la hambruna y la violencia sin fin de parte del ejército y también de los milicianos. A veces pienso que el medio oriente todo es castigado por fuerzas divinas, cuando recuerdo al Sadam Hussein y lo fuerte que rugía hasta escuchar las primeras detonaciones de la libertad y que le obligaron a esconderse en la ratonera de donde fue sacado para morir. Evidentemente las situaciones con Siria son absolutamente diferentes, pero igual de sangrientas y crueles. El Presidente Obama se ha cubierto las espaldas al solicitar al Congreso la aprobación de un ataque, mientras los militares estudian con denuedo cada detalle, cada acción, cada movimiento que evite más muertes y que disuada al asesino sirio del uso de las armas químicas prohibidas desde la primera guerra mundial por los tratados internacionales. Muchos creen que perdió el factor sorpresa, por aquello que algunas vez refirió el conquistador Hernán Cortés “En circunstancias especiales, el hecho debe ser más rápido que el pensamiento”, otros como yo, pensamos que su ofrecimiento en la campana por la Presidencia, era terminar y salir de los frentes de combate aun abiertos y que no es conveniente otro tan peligroso y desconocido, pero la verdad es que la cuna de las libertades individuales no puede cerrar los ojos ante tamaña atrocidad sin pensar que algún día esas armas químicas, baratas, fáciles de producir y letales, puedan caer sobre tierra americana. Setenta años tienen los Estados Unidos de América, protegiendo al mundo de idiotas egocéntricos como Gadafi, al que Chávez le regaló dos veces la espada del Libertador, otro líder egocéntrico y que también rugía como un ratón y en este escrito solo falta agregar los epitafios de sus tumbas, porque todos ya están muertos y el mundo es más seguro. En este bendito país, podríamos apostar nuestra casa a que el día de mañana se parecerá mucho al de hoy, podríamos apostar nuestro vehículo a que la economía seguirá creciendo sutilmente y también podríamos apostar a que el sistema nos apoya y trabaja para nuestro bienestar y es esa certidumbre la que no tienen los países subdesarrollados y otros muchos desarrollados como España, la Italia de Berlusconi (otro ratón) o Grecia que solicita una tercera ayuda económica a la unión Europea sin resolver aun sus vagancias y corruptelas. Nuestro editor me pide que escriba sobre Siria, pero al momento de esta edición cualquier cosa puede haber sucedido porque en Siria lo normal es la incertidumbre y la muerte y por ello seguirán los Estados Unidos, quienes con frecuencia ponen los muertos, tratando de corregir los entuertos y las desviaciones mentales de los líderes locos del mundo y evitando la confrontación, porque la familia americana bien conoce del dolor. Ya lo dijo Nicolás Maquiavelo: “Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros remedios no basten”. Se las ve difícil Mr. Obama, pero confiamos en su buen juicio probado ya y en sus mandos políticos y más aún militares, para que el conflicto nunca llegue a nuestras orillas. El experimento del siempre convulso Medio Oriente ha demostrado que los ratones no rugen y que con pasmoso asombro, sus tropas arrogantes y pocos profesionales huyen despavoridas al escuchar el rugido de los cañones del León del Norte, quien siempre trae cordura y bienestar.

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