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Friday, February 22, 2013
MIS SIETE ESPOSAS
Yo estaba en mi carpa, como siempre acostado sobre cojines y con mis medias blancas porque nunca uso zapatos sobre mis alfombras y llegaron mis socios Tahina y Luis Eduardo a pedirme consejos.
Luis, con ese severo problema de estar casado con una dama mitad venezolana y mitad española y yo le decía que eso no era conveniente y que nosotros les habíamos colonizado por 800 años y Tahina un poco arisca e insubordinada a nuestras costumbres, es más bien irreverente con su esposo norteamericano. Yo le comentaba que mis esposas, quienes lavan mis medias blancas a mano y cuyos padres se sienten muy bien de que estén conmigo, me han autorizado a que si alguna de ellas cae en el chisme, la conspiración, la intriga, la insidia, pues cumpla con la ley y la lapide hasta morir…. ¡eso es algo normal! y a Tahina le decía que si yo fuera su esposo lo hiciera pero con esas guarataras de río que mandaría a buscar al Jordán que son bien grandotas y deben doler mucho.
Mis siete esposas estaban sentadas a una distancia prudente para no escuchar la conversación, (como debe ser) y a una imperceptible señal y por aquello de la vanidad ante mis invitados, con el dedo índice de la mano derecha más la frase que uno de mis suegros me ensenó “Salam chupán”, todas vinieron en carrera y me tomaron por los pies, me quitaron las medias y con aceites aromáticos comenzaron los masajes, lo mismo ocurrió con mis manos, otra en el cuero cabelludo las dos faltantes esperaban para turnarse en felaciones intermitentes que no ordené por respeto a mis invitados y yo podía verle esa extraña cara de sádico envidioso a Luis y el disgusto de Tahina, sus absurdas costumbres occidentales como si se hubiese conseguido a Hugo Chávez en el Dolphin Mall.
Globovisión me despierta y puedo ver que anuncian que Chávez llegó en la madrugada al Hospital Militar, donde yo nací, ese llamado Carlos Arvelo en honor al galeno militar y que tiene un total de 465 camas, ocho quirófanos y terapia intensiva para ocho también, que una enfermera le vió llegar caminando, que está entre el piso ocho y nueve, que está muy bien y yo pensaba en la carpa y en mis siete esposas con las que puedo tener sexo con las siete o con cada una y estaba en mi cama y no en mi carpa y yo no sabía que creer, si lo de la carpa era lo cierto o si Chávez estaba bien y salió Maduro el Vicepresidente y lloró Villegas el Ministro incomunicado de comunicaciones y yo no les creo y la chusma iracunda e insurrecta del chavismo, en la Avenida San Martín creo que tampoco cree.
Es una lástima que lo de las siete esposas no sea cierto, que mi carpa no exista, pero también es una lástima que Chávez esté secuestrado y que el país completo también, porque el odio sembrado ha sido tanto que la frase del Che Guevara (1967) se aplica meridianamente: “El odio como factor de lucha….convierte al humano en una efectiva, violenta y firme máquina de matar”. 222.000 muertos no forman parte de esta fábula.
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