CUENTOS DEL MAR
LA LENGUA DEL OCEANO
De
repente me desperté sobresaltado, había un escándalo de jarcias, un bandeo de
algunos importantes grados, casi me tumba del sofá de medianía que había acomodado
como litera. Las jarcias golpeaban como avisándome. Como pude me levanté y en
la luz de sueño a babor puede ver mi reloj, dos y cuarenta y siete de la
madrugada, tenía poco más de media hora durmiendo y se me había olvidado poner
mi despertador que me levanta cada veinte minutos, pero el Blue Book me
avisaba. De un salto salí por el tambucho y me percaté que el viento había cesado
completamente y mi bordo estaba atravesado a la corriente, al llamado gulftream,
una corriente proveniente del golfo de México que pasa al sur de la Florida y
sube con rumbo noreste, mi rumbo anterior, de manera que me sacaba hacia el
norte y yo iba adrizando y corrigiendo hacia el sureste, para pasar entre Chub
Cay y Joulter Cay. Mi firme intención es buscar ‘’el punto de fantasía’’ en los
25 grados 2 minutos y 57 segundos norte y los 77 grados 31 minutos y 17
segundos de longitud oeste.
En un velero y sin mayor uso de la tecnología,
el punto de fantasía es el nombre que se le daba a esa posición geografía en el
mar en tiempos de los corsarios donde el error podía ser grande, basados en el
octante, quien es el precursor del sextante. Los marinos calculaban sin mayor
ayuda, la velocidad, con corredera manual, el rumbo, luego de hacer las
correcciones para llevar el rumbo del compás o aguja magnético a rumbo
verdadero, colocaban el abatimiento que es la influencia de la corriente, que,
en mi caso, esta noche no es despreciable, las millas recorridas y por supuesto,
la deriva a la que te obligaba la única propulsión que es el viento. ¿saben qué?,
me dejaré llevar con ojo avizor. Mi próxima situación será al amanecer y
trataré de gobernar como pueda hacia la ‘’Lengua del Océano’’, llamado así por
los piratas a ese paso entre los dos cayos, allí me cargaré a estribor y si
tengo suerte podré situar una fija al promontorio del ‘’Morgan Bluff’’, es el
sitio mas elevado y donde el sanguinario pirata Morgan ponía siempre a un vigía
para que le avisara si veía velas en el horizonte para poder atacarlos si eran
franceses o españoles. Yo hubiese hecho lo mismo.
No voy a caer en la tentación de
prender mi máquina y de ver el GPS, no lo voy a hacer, porque me engañaría a mí
mismo como marinero, esperaré y amanecerá y con suerte podré situarme en el
orto con mi sextante.
No voy a luchar contra la mar y la
naturaleza, ya bien lo decía Aristóteles: ‘’La naturaleza solo hace mujeres
cuando no puede hacer hombres’’ y la mar es mujer, dejémosla que despierte.
Es hora de preparar un café y hacer los
cálculos estelares y prometo, no ver el GPS.
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